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La mediación se esta convirtiendo en una herramienta imprescindible en la pequeña y mediana empresa y en la empresa familiar. Se ha comprobado que en el futuro será una herramienta muy a tener en cuenta a la hora de plantear problemas y buscar soluciones en el ámbito de dirección de la pyme.

Viene siendo habitual que las relaciones entre los miembros de la empresa, con el tiempo se deterioran y los socios no son capaces de afrontar soluciones sin que surja conflicto.

A lo largo de los años, como en toda relación, han surgido desavenencias y malos entendidos que poco apoco van deteriorando la relación entre los socios hasta alcanzar el conflicto, que en ocasiones tiene su origen en susceptibilidades acumuladas a lo largo de la vida empresarial o malos entendidos ajenos a cualquier planteamiento de negocio.

En este marco la mediación aparece como una herramienta extraordinaria con la cual se pueden renovarlos acuerdos iniciales que hicieron a la empresa crecer y desarrollarse, establecidos por los propios socios o bien alcanzar nuevos consensos.

La mediación puede plantearse bien antes del conflicto, sobre todo cuando se tenga la intuición de que la negociación directa entre los implicados este alterada por ese deterioro en la relación surgida con el tiempo:

-Relevo Generacional, para alcanzar consensos en la Empresa Familiar, a la hora de cubrir los nuevos puestos directivos.

-Creación y Modificación del protocolo familiar cuando pueda surgir conflictos.

-Cambios de Estrategia empresarial o afrontar nuevos proyectos.

-Ampliaciones de capital o accionariado.

-Localización de sedes o proyectos.

-Decisiones empresariales que puedan ocasionar conflicto entre los diversos departamentos de la empresa.

O una vez surgido el conflicto la mediación también resulta útil para intentar:

-Renovar los acuerdos iniciales en la empresa.

-Encontrar otros, de forma que se asegure la permanencia de la empresa.

-Es útil también para resolver conflictos interdepartamentales o entre empleados que dificulten la buena marcha de la sociedad.

-Buscar acuerdos que den nueva viabilidad a la empresa o en su caso se acuerde su disolución.

Por la mediación un tercero, mediantes técnicas adecuadas, ayuda a las partes a alcanzar acuerdos. No impone, ni sugiere ninguna solución sino que facilita la comunicación entre las partes, esa comunicación que en su momento hizo que surgieran los acuerdos de puesta en marcha de la empresa con la ilusión que tiene cada nuevo proyecto.

Estas técnicas han sido creadas y aplicadas con éxito en Estados Unidos y recientemente implantadas en España.

Fueron los socios los que idearon y desarrollaron la empresa y son ellos los que deben recomponer sus relaciones y alcanzar sus acuerdos.

La labor del mediador consistirá en reequilibrar las posiciones de unos y otros retrotrayendo a las partes a ese momento inicial donde los socios colaboraban en la consecución de un objetivo común, sin importarles en exceso las participaciones, e incluso cuando a pesar de los consejos de los asesores establecían la sociedad al 50 % o no les importaba tener mas o menos participación.

Si el proceso de mediación fracasa las posibilidades de defensa siguen incólumes y tendrá que aplicar sus técnicas tradicionales.
También que es un proceso rápido y que por tanto el retraso que podría ocasionar dos o más sesiones de mediación, como mucho un mes, no perjudicará en exceso al cliente en el caso de tener que acudir a la atascadísima vía judicial que por otro lado no sirve en mucho de los ejemplos aportados como óptimos para acudir a mediación.

Las empresas familiares son muy propicias a conflictos internos que pueden terminar con su viabilidad, debido a la confluencia en ellas de dos esferas de relaciones, que no siempre se saben mantener adecuadamente separadas: las familiares y las propiamente empresariales.

Cada una de estas esferas tiene su propia lógica y sus propios valores.

El fin de la empresa es conseguir beneficios a través de una adecuada estructura y una buena dirección. Lo que exige una jerarquía basada en la cualificación de las personas. Frente a ello, la familia está fundada en la afectividad, la confianza y la ayuda mutua, y presidida por un criterio básico de igualdad entre sus miembros, al menos dentro de cada generación.

Son muchas las disfunciones y, a través de ellas, los conflictos que pueden poner en peligro a la empresa por la intersección de ambas esferas:

-que las decisiones se adopten en el seno de la familia y sin criterios empresariales;

-que los socios familiares se crean con derecho a participar en la gestión del negocio, o al menos, a disfrutar de un puesto de trabajo, con independencia de su capacitación y de las necesidades de la empresa;

-que consideren que su remuneración debe depender de sus necesidades personales, y no la que marque el mercado para la función desarrollada. O, al menos, igualar a la de sus hermanos o primos.

Estos problemas se acentúan por la frecuencia en las familias del miedo a los conflictos que puedan poner en riesgo las relaciones familiares. Y, por ello, de la tendencia a querer huir de él, y a no enfrentar las decisiones necesarias en el momento adecuado. Lo que genera serios problemas de comunicación y un inevitable agravamiento de los problemas futuros. Tales problemas suponen un grave lastre para la empresa, y un serio riesgo para su supervivencia.

Estos conflictos, cuando estallan, son además particularmente destructivos pues no sólo pueden acabar con la empresa como motor económico de la familia, sino también con las relaciones personales familiares.

La mediación es una forma positiva de resolver esos conflictos porque permite encontrar soluciones que permitan la supervivencia e incluso la mejora de las relaciones de los implicados en el largo plazo, como son las que se dan tanto entre los familiares como entre los socios de una empresa.

Por ello la mediación debe jugar un gran papel en este campo. No sólo para ayudar a resolver a satisfacción de todas las partes los problemas actuales (y no sólo los que afloran, sino también los de fondo que los impulsan), sino también para prevenir y ayudar a una más fácil resolución de los problemas futuros.

En estos conflictos, un buen mediador es capaz de romper las barreras de comunicación, ayudar a hacer consciente a cada parte de los sentimientos e intereses de las otras e incluso de los propios, positiviza el lenguaje, acentúa la conciencia sobre el valor de la conservación de los lazos afectivos y la ventajas de su adecuada utilización en su proyección a la empresa, saca a las partes enfrentadas de sus encastillamientos para llevarlas a un productivo diálogo nuevo sobre intereses, y crea así un positivo clima de confianza donde surgen soluciones colaborativas (win/win) capaces de satisfacer a todas las partes.

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