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EL OBSERVATORIO DEL TEJO. JULIÁN SÁNCHEZ

El fichaje del brasileño Neymar por el F.C. Barcelona ha traído a los medios una polémica que ha trascendido a lo exclusivo del mundo futbolístico, para enredarse en asuntos fiscales y judiciales por actividades presuntamente delictivas, cuyas consecuencias están todavía por dilucidar.

Los problemas de Sandro Rosell con la justicia brasileña, originadas tras el mencionado fichaje, hasta el punto, según lo que viene publicando la prensa del país, tiene prohibida su entrada en el mismo, comenzó a tenerlos igualmente con la justicia española como consecuencia de la denuncia que un miembro de la oposición culé, próximo a Joan Laporta, presentó ante la Audiencia Nacional bajo la acusación dirigida sobre el entonces presidente blaugrana de “apropiación indebida en su modalidad de distracción de dinero”, en relación al tráfico supuestamente realizado para la consecución del fichaje de Neymar.

El fundamento de la denuncia vino a ser, según lo manifestado públicamente por el letrado del demandante Cases, una «apropiación indebida» de 40 millones de euros presuntamente cometida en el traspaso del brasileño, mediante la consideración de que, o bien el querellado se apropió de esos 40 millones, o permitió que lo hicieran otros, o participó parcialmente en el botín. Parece ser que, según lo expresado oficialmente, la mencionada comisión fue a parar al padre del delantero.

Concretamente la denuncia recoge la idea de que, si la trama del fichaje especifica que el mismo se cerró oficialmente en 57,1 millones de euros, de los que 17,1 se abonaron en concepto de derechos federativos del futbolista. Teóricamente, 9,3 fueron para el Santos y el resto, hasta completar los 17,1, acabaron en manos de las empresas DIS y Teisa, que ostentaban el 40% y el 5% de los derechos respectivamente, más otros 7,9 a fondo perdido para el Santos, acordados por derechos preferenciales sobre jugadores y 9 más por dos amistosos, no queda en modo alguno aclarado el tema de la comisión de 40 millones recibida por la sociedad N&N (Neymar y Neymar), controlada por el padre y supuestamente representante del delantero carioca del Barça.

El caso puede tener consideraciones de extrema gravedad. Si el tema de los 40 millones supuestamente distraídos se aclarase, podríamos encontrarnos ante la comisión de un delito fiscal al no haberse tributado a Hacienda estos rendimientos. Con lo cual el mentado fichaje habría supuesto un montante que podría superar los 130 millones de euros. Esta circunstancia avala la versión que Florentino Pérez expresó en su día en relación a que el fichaje de Neymar por el Madrid, Club al que el brasileño había dado el sí en principio, no pudo ser acometido como consecuencia de que el mismo hubiese supuesto un desembolso superior a los 150 millones de euros.

Las críticas que desde Can Barça y aledaños se han efectuado siempre sobre los fichajes estrella del Madrid (recordemos las recientes calificaciones del Tata Martino al fichaje del galés Bale por el club de Chamartín: «Me parece un muy buen jugador. Pero los números de Bale son una falta de respeto para el mundo en general», o el que en su día expresó el cardenal arzobispo de Barcelona (nacionalista donde los haya) D. LLis Martínez i Sistach, sobre el fichaje de Cristiano Ronaldo por el Real Madrid tachándolo de “dispendio descomunal” o la insistencia final de Martino, pretendiendo guardar su puesto: «No entiendo qué tiene que ver. Uno vale 50 y algo y otro vale 90 y algo. Hay mucha diferencia. Yo me creo al presidente del Barça»), reflejan la gran hipocresía con la que siempre se miran los asuntos capitalinos desde esta vertiente deportivo-nacionalista.

Como podemos ver, las acciones que desde el club blaugrana se acometen, siempre tienen su punto de referencia en el Real Madrid. En el Madrid se miden, justifican y buscan su referencia, es algo que llevan congénito en la sang-culé, la “madriditis” se hace presente en los genes del mundo culé, es tan significativo como evidente, en consecuencia no debe extrañar la afirmación del nuevo presidente barcelonista Josep María Bartomeu bajo la aseveración de que «da la impresión de que en Madrid quieren ganar en los despachos lo que no ganan sobre el campo». Y también dejó entrever que el hecho de que se haya admitido la querella en la Audiencia Nacional es porque «en Madrid hay un fiscal que no conocemos, no es uno de los nuestros». En consecuencia la pretensión culé vino a ser el traslado del expediente a la ciudad condal. No parece ser ajena dicha reivindicación a lo concerniente a un caso similar en referencia a otro ex de la presidencia del Barça D. Josep Lluis Núñez Clemente, cuya dilación en el proceso (más de 10 años), por parte de la propia Audiencia de Barcelona, ha llevado a una rebaja generalizada de las penas desde los seis años hasta los dos y dos meses, además de la supresión de la condena al pago de las responsabilidades civiles, anomalías éstas puestas de manifiesto en el propio fallo del propio Tribunal Supremo en su sentencia definitiva.

Posteriormente, el periodista de RAC1 Xavi Bosch, fue más allá y aseguró que fue Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, el que movió el asunto tras llamar telefónicamente al ex presidente del Gobierno, José María Aznar, con intención de hacer avanzar judicialmente la querella del socio Jordi Cases contra Rosell. Aznar, según él, se puso en contacto entonces al ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, a los efectos de que éste moviera los hilos pertinentes para que el fiscal pidiera al juez Pablo Ruz que admitiera a trámite la querella.

Como vemos aquí no se da una puntada sin hilo y, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, el Real Madrid siempre es quien aparenta estar siempre tras los tejemanejes, sobresaltos, penurias y carencias del Barça, tal y como si en el Club de Chamartín no tuviesen otra cosa en que pensar.

La analogía de Florentino Pérez con Jordi Cases es francamente “convergente”. Cases se define como “culé e independentista”, seguramente lo mismo que Florentino Pérez y el supuesto interés de que el mandatario madridista interviniese para incitar la salida de Sandro Rosell de la presidencia del Barça, habría de ser porque supuestamente el próximo mandatario podría entrar curado de la tradicional “madriditis”, como si esa enfermedad resultase curable. No hay más que repasar los síntomas de los ocupantes de la susodicha poltrona: Laporta, Gaspart, Núñez, etc. etc. y Bartomeu da muestras evidentes de un contagio manifiesto como consecuencia de sus primeras declaraciones. Todo ello nos lleva a suponer la idea de que, o que otorgan a Florentino Pérez un poder desmedido, tanto como para ponerse de acuerdo con el nacionalismo culé más recalcitrante, o que la imaginación de ésta gente no es capaz de concebir algo que implique un mínimo de sentido común.

Para el nacionalismo catalán los males vienen de “Madrit” y el Barça no deja de ser un exponente expresivo y promocional de dicho nacionalismo. El propio Albert Pla, polémico cantautor nacionalista sabadellense lo viene a expresar mediante una entrevista facilitada al diario “El Mundo”: “En Cataluña, todos somos catalanes y los españoles son unos tíos que vinieron a jodernos. Nos han educado así. Siempre ha sido así, es inevitable, todo el mundo odia al Real Madrid, el facherío, Franco, la Guerra, los guardias civiles, la persecución al catalán, que yo me llame Alberto…”

Que odien al Real Madrid desde su propia génesis deviene obvio, pero que odien a Franco no siempre ha venido siendo así, puesto que la entidad blaugrana fue pródiga y reconocida con el dictador en tiempos de Agustín Montalt, al concederle y entregarle la Medalla de Oro y Brillantes del Club en presencia del entonces Delegado Nacional de Deportes el también catalán Juan Guich y Bech de Careda, concedida por unanimidad en consecuencia a los servicios prestados para recalificación de los terrenos de Les Corts. La famosa leyenda nacionalista de que el Madrid era el equipo del régimen no pueden apoyarla en ningún hecho concreto. El Madrid nunca entregó dádiva ni reconocimiento alguno al general y, no obstante, se ganó la consideración del más grande en Europa acaparador de los más reconocidos títulos continentales, cuando en España los que obtenían la mayoría de los trofeos “nacionales” eran paradójicamente los culés y los bilbaínos, los mismos que ahora se presentan como los paradigmas de la lucha antifranquista. Lo dicho, paradojas de la vida.

PRUEBA. Montal entrega la medalla de Oro conmemorativa del estreno del Palau Blaugrana a Franco (1971).
Aquí ha venido existiendo mucha manipulación y mucho engaño y a este efecto vengo a hacer mía una acertada cita de mi compañero de página Juan Carlos Pérez, estudioso y perfecto conocedor de la historia, en un párrafo, a mi juicio, impecable, que parece venir a cuento para el presente caso: “Nuestros jóvenes han de saber que tienen firmes puntales culturales en los que apoyarse, de los que sentir orgullo. No todo es la corrupción actual o el ansia separatista. En el fondo, el pesimismo colectivo nace del profundo error del enfoque de nuestra enseñanza de la historia: el presentismo engendra tristeza, porque desconoce los cimientos más profundos de una civilización”.

El quid de la cuestión es algo que empezamos a denominar algo así como “canguelo”. El juego del Madrid cada vez convence más, en el último mes el club del Bernabéu ha experimentado una trayectoria inmaculada, con un total de ocho encuentros celebrados con un pleno de ocho victorias, 17 goles a favor y cero en contra. Su recorte de puntos en su atraso inicial con respecto al Barça, comienza a poner de los nervios a los que decían que no era un rival serio para esta temporada. El miedo comienza a sobrevolar por los espacios del Camp Nou donde la incipiente paz institucional se va tornasolando en una convulsión social y jurídica cuyo final deviene traumático. No me extraña, en consecuencia, que la “madriditis” haya vuelto a manifestarse como la epidemia de moda por Can Barça.

Julián Sánchez

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