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LA BITÁCORA DE BRAUDEL /JCPG

La monotonía invernal puede ser abrumadora. Terminaron los veranitos y el invierno empieza a hacerse dueño y señor de nuestras vidas. Sacamos bufandas, abrigos y plumíferos para evitar el frío. Es el retorno a lo conocido y a la falta de novedades. Únicamente es que este invierno puede que no nos falten los sobresaltos.

Los terroristas del ISIS querrán seguir haciendo de las suyas y aterrorizando cuando puedan al personal. Y matando, que a esto si parecen tenerle querencia. Francia presiona para que sus vecinos europeos secunden sus golpes a los terroristas en territorio sirio. España espera elecciones, lo que significa parálisis política y falta de toma de decisiones. Lo significativo es que todos lo esperan, incluso los gobiernos autonómicos. El valenciano, sin ir más lejos, no parece haber pasado de las palabras y las declaraciones grandilocuentes. La coalición en el poder espera al día 21 para ver a quiénes tiene que despellejar; solo que los daminificados no serán los opositores, sino alguno de los socios del gobierno tripartito.

Un invierno, pues, bastante movido es el que se espera. Porque, a estas alturas, no sabemos qué saldrá del 20 de diciembre. Una incógnita total, porque encuestas hay muchas y de diferente pelaje, pero los resultados serán incontestables y éstos son hoy un misterio. Lo que parece seguro es que el tema catalán seguirá coleando. En esto, pocas novedades; el tema va adquiriendo el tono de un culebrón sin fin.

Precisamente, para iniciar el invierno, para conmemorar los cuarenta años sin el dictador y para reirme, sobre todo para reirme, fuí al cine a ver los Ocho apellidos catalanes. Iba ya preparado: las críticas no eran buenas; pero yo sólo quería reir. Y lo conseguí. Hay que ver a ese vasco que interpreta Karra Elejalde. es un personaje tocado por el dedo de la gracia. Salva por sí solo la película. Una gran mascarada, un gran teatro es la Cataluña de la independencia; así se nos plantea en la peli. El escenario: la masia, ese totem del nacionalismo más ancestral y carca. Nada es lo que parece: la abuela tonta y con un pie en la tumba, es bien lista y está muy viva; los independentistas catalanes son amantes del buen jamón y el mejor vino, porque los boicots hay que dejarlos para otro momento. Y ese vasco liado en la furgoneta Volkswagen con las morcillas de Burgos y su nieto que viene en camino se eleva a las cimas del mejor humor.

El problema es que algunas cosas no tienen tanta gracia. El empeño de las gentes del 48 por ciento por ser la mayoría puede helarnos el invierno más que esas helados soberbias que por nuestras tierras se dan. ¿Quizás hay que pensar en los vascos como antídoto contra este invierno teñido de catalanidad? Bueno, despues de todo el programa de pepa Fernández sí es un antídoto contra esto. Lo escucho desde 1999. Ha llovido mucho desde entonces. cada vez le agradezco más a Pepa que hable escasamente de política y mucho de lo que realmente importa: la vida, la educación y la literatura.
En Los Ruices, a 24 de noviembre de 2015.

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