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EL OBSERVATORIO DEL TEJO / JULIÁN SÁNCHEZ

No tuvieron suficiente en la otra ocasión, va en su ADN. Otra vez vuelve Izquierda Unida, reminiscencia desestructurada y decadente de lo que en su día fuese el glorioso Partido Comunista de España, a tomar por asalto el Pleno Municipal requenense con otra ocurrencia en forma de pretensión impositiva. Similar a la brindada unos meses antes, pero esta vez mediante un nuevo eufemismo; la solicitud de aprobación de una denominada pretendida “encuesta” pública, mediante la pretensión de que el pueblo se manifieste sobre la particularidad de si quiere o no quiere “que se hagan corridas de toros, novilladas y/o Festivales taurinos en la Plaza de Toros de Requena”. En esta ocasión dejan fuera de consulta los encierros de reses bravas -queda claro que no desean problemas con la Fiesta de la Vendimia, simplemente porque arrastran muchos votos y sería ya definitivo que llegasen a perder algunos más de los pocos sufragios que les quedan actualmente -. Lo cierto viene a ser que, los escasos militantes actuales que todavía permanecen en esta formación política, denotan tanta escasez de iniciativas sensatas, como de fluidez en ideas de auténtica proyección social, por lo tanto, con propuestas como ésta, lo que realmente aparenta es que no tienen otra cosa mejor que hacer sino perseguir la tauromaquia. Hay que comprenderles, por lo visto es lo mejor que se les puede llegar a ocurrir en unos momentos tan peculiares como los actuales.

Mediante esta intención elevan su moción al Ayuntamiento, una propuesta que a mi juicio puede transgredir la legalidad vigente, pero que a ellos les da lo mismo. Una formación política cuyo nivel de representación nacional se limita a dos parlamentarios, en el autonómico a ninguno y en el local a una única unidad que apenas se sostiene con 500 votos, pretende imponer su criterio a todo un municipio y a toda su Corporación Municipal, habrá que negarles cualquier cosa, pero, evidentemente nunca la osadía.

Izquierda Unida aparenta desconocer que la tauromaquia fue declarada por ley en noviembre de 2013 Patrimonio Cultural en España mediante una Iniciativa Legislativa Popular que respondía a la demanda del pueblo español, resaltando como significativo que la mencionada ILP es la primera, y hasta el momento, la única ILP cultural aprobada en la historia de la democracia española.

También aparentan desconocer que la tauromaquia se constituye por sí misma como el acontecimiento cultural español que más ingresos proporciona al Estado en concepto de IVA. Que Las ferias taurinas generan más de 970 millones de euros anuales en impuestos directos, indirectos y diferentes tasas. Que acredita origen y arraigo en nuestro país, y que es una clara seña de identidad social y cultural, pero que además, existen países con menor tradición taurina, como es Francia, donde un gobierno socialista la ha blindado y protegido legalmente.

Tampoco hacen atisbos de conocer la encuesta Gallup, recientemente publicada que hace pública la manifestación de que 17.400.000 españoles muestran interés por la tauromaquia. Que el toro de lidia es la joya del patrimonio genético español que cuenta con más de tres siglos de historia y además es la raza bovina más antigua del mundo. Y que además se constituye por mérito propio como el perfecto guardián de la dehesa ibérica. Así como que la cría del toro de lidia contribuye a fijar la población agraria y dinamiza la economía del medio rural.

Por desconocer, desconocen hasta la filosofía taurina, a la que suelen identificar torticeramente con ideología de “derechas”, lo que les lleva a ser contestados, en ocasiones bastante duramente por elementos de reconocida militancia izquierdista de todos los tiempos.

En este orden de cosas, el filósofo francés Francis Wolff, catedrático en la Escuela Normal Superior de la Universidad de París y profesor en las universidades de Paris-X-Nanterre, en la de Reims y en la de São Paulo (Brasil), ha aseverado que “el mayor argumento para defender las corridas de toros es, entre otros muchos motivos éticos, históricos, culturales, humanistas y ecológicos, «el concepto de bravura dada la condición natural del toro, pues es un animal que tiene que vivir en bravo, libremente en el campo y combatiendo y defendiendo su libertad, que es precisamente lo que hace» más tarde en los cosos taurinos donde es lidiado” (sic).

Francis Wolff, es además componente del comité científico del Observatoire National de Culture Taurin -Observatorio Nacional de las Culturas Taurinas (ONCT)-, organismo que ha conseguido que los toros sean declarados Patrimonio Cultural Inmaterial en el país galo, habiéndolo fundamentado en que se trata de un reconocimiento a la tauromaquia, presente en Francia desde mitad del siglo XIX, la cual, además, «forma parte de la historia del país y de la propia cultura de algunas regiones, en particular del sur de Francia», donde se celebra este tipo de festejos en ciudades como Nîmes, Arles, Beziers, Bayona, Dax y Mont de Marsan.

El cantautor Joaquín Sabina, a quien nadie se atreverá a poner en duda a estas horas su reconocido izquierdismo, tampoco pudo contenerse en las redes sociales y lanzar su, por otra parte, sincero modo de exclamación: “No vayan a los toros, si no quieren, pero dejen de tocarnos los cojones, que hay cosas más importantes”. Más claro no pudo ser el Maestro.

Y últimamente, otro músico y reconocido militante de la izquierda ejerciente, Andrés Calamaro, también salió en defensa de la tauromaquia disparando su batería al cero contra la intolerancia antitaurina con declaraciones del siguiente tenor: “Soy decididamente taurino, declarado admirador de la tauromaquia, los maestros, la liturgia y la cultura folclórica que la rodea. Además conozco el campo ganadero, soy amigo de toreros y los aficionados me ofrecen respeto. Las corrientes animalistas viven en una nube de pedos que se amplifica -por mil- en las invasivas redes sociales. Sin internet los animalistas no tendrían donde derramar su intolerancia ni sería (el abolicionismo) un buen caldo para el puchero de los políticos. La «izquierda entrecomillada» odia la tauromaquia y se pasa por el forro aquel principio idílico del «prohibido prohibir». La corriente abolicionista es inquisitorial y puritana. En los tendidos soy un aficionado inesperado” (sic).

Definitivamente la falta de ideas e iniciativa es patente en la extrema izquierda actual, una izquierda entrecomillada llena de chuscadas y de banalidades. En consecuencia, su salida habitual viene a materializarse en ocurrencias de talante impositivo, aunque ellos pretendan esconderlas bajo la procurada cortina de una encuesta. No se les conocen propuestas consistentes, ni programas para realizarlas, pero eso sí, la fijación contra la tauromaquia es palmaria para esta gente, una forma como otra de alejarse cada día más de la genuina realidad social que les tiene prácticamente olvidados.

Pero cuidado con las encuestas que las carga el Maligno, y cuidado también con solicitar “refuerzos foráneos” para acreditar una fuerza de razón que no mantienen, simplemente porque quien fomenta el enfrentamiento social, al final puede ser el responsable de sus consecuencias, y las consecuencias, en casos como estos, siempre suelen ser imprevisibles.

Julián Sánchez

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