EL OBSERVATORIO DEL TEJO/JULIÁN SÁNCHEZ
El ideólogo franquista Gonzalo Fernández de la Mora, a efectos de otorgar legitimidad ideológica al régimen que él defendía, en su famoso tratado “El crepúsculo de las Ideologías” propugnaba una reflexión propias consistente en que la democracia liberal, puesta en funcionamiento bajo la Restauración y la II República, había abocado a una partidocracia manifiestamente disgregadora, la cual había acabado por supeditar los intereses nacionales a los de los partidos políticos, circunstancia que, según él, había abierto el camino al comunismo. En consecuencia, el doctrinario promulgaba que la solución al conflicto ideológico pasaba necesariamente por «superar» la democracia liberal de manera definitiva. El franquismo se presentó, así como un sistema alternativo, de «democracia orgánica», donde el voto se ejercía a través del sindicato y el municipio, y no con destino a partidos políticos, sino al llamado «Movimiento Nacional», que teóricamente aunaba las fuerzas políticas coexistentes. Fernández de la Mora defendía la institucionalización del régimen, y por ello entendía que no podía hablarse de dictadura, sino de un estado de derecho con rasgos peculiares.
Hemos asistido durante estos últimos días a la controversia propiciada en los adentros del Partido Socialista Obrero Español, en referencia a la dimisión o cese, según se quiera considerar, del anterior Secretario General, Pedro Sánchez y su sustitución por una comisión gestora encargada de asumir las funciones ejecutivas del partido. La controversia ha provocado la división entre las bases de la organización, al asumir parte de las mismas la idea de que el Secretario General elegido por la propia militancia no puede ser relevado más que por la voluntad de las mismas en pronunciamiento directo.
Pienso que cierta parte de la militancia olvida que en una democracia de partidos, el control y funcionamiento de los mismos no corresponde llevarse a cabo ni en modo asambleario, ni por supuesto de forma directa desde la propia base, para ello cada institución debe contar con los órganos de gobierno, democráticamente elegidos al efecto, quienes deben de asumir las decisiones oportunas en los momentos pertinentes. En consecuencia, sea cual fuere el sistema de elección del candidato, que los órganos competentes determinen hacia el desempeño de cualquier responsabilidad, inclusive la de la Secretaría General, máximo poder ejecutivo de la organización, debe quedar en todo caso sometida al control de decisión democrática de los órganos establecidos institucionalmente al respecto, única forma reglamentariamente establecida para el funcionamiento legal de los partidos en una democracia libre.
El principal órgano decisorio del partido es el Congreso Federal, en él se definen las estrategias a seguir, se establece la línea política y se deciden tanto los principios fundamentales ideológicos como el programa a ejecutar. Según los Estatutos del PSOE, es el órgano responsable directo de nombrar a la Ejecutiva, y a los miembros del Comité Federal, así como también a la Comisión Federal de Ética y Garantías. Se reúne cada tres o cuatro años de forma ordinaria.
La Comisión Ejecutiva Federal, Es el órgano encargado de la dirección del partido, elegido directamente por el Congreso Federal, y entre sus principales responsabilidades existe la de solucionar los conflictos en el seno del partido, aunque, tal y como especifican los Estatutos, de sus decisiones cabe interponer recurso ante la Comisión Federal de Ética y Garantías.
Se encarga también de proponer al Comité Federal al candidato a la presidencia de Gobierno y se puede reunir con la frecuencia que considere oportuna. La última Comisión Ejecutiva estuvo formada por 38 miembros (designados en el Congreso Federal de julio de 2014).
El Comité Federal, como máximo órgano representativo y de control entre congresos. Está formado por los miembros de la Ejecutiva, los portavoces en el Congreso y el Senado y los secretarios generales en las comunidades autónomas en calidad de miembros natos, y por los miembros elegidos, de los que 65 salen del Congreso Federal, mientras que los Congresos Regionales o Nacionales determinarán al resto de miembros en función del número de militantes. Pero también pueden acudir a sus reuniones los exsecretarios generales y los presidentes autonómicos del partido. Tal y como recogen los Estatutos del partido, entre sus competencias figura la elección del candidato a la Presidencia del Gobierno, examinar y sancionar la gestión de la Comisión Ejecutiva Federal, elaborar el programa a nivel estatal, determinar la política de alianzas del partido o examinar los informes de la Comisión Federal de Ética y Garantías.
Y por último haremos mención a la Comisión Federal de Ética y Garantías, actualmente presidida por la militante vasca Isabel Celaá, que se constituye como un órgano de control que se encarga de dirimir conflictos internos del partido.
Es evidente que las responsabilidades del control de la acción de la Comisión Ejecutiva y de su figura máxima que es el Secretario General, le corresponde estatutariamente al Comité Federal del partido, quien ostenta entre sus funciones el examen y control de la gestión de dicha Comisión, así como la elección del candidato a la presidencia del Gobierno, determinar la política de alianzas del partido o examinar los informes de la Comisión Federal de Ética y Garantías, tal y como ya mentamos en el apartado correspondiente, y nadie más ostenta ninguna potestad para inmiscuirse en la labor del órgano de gobierno más importante de la organización entre congresos. Las decisiones se toman por mayoría de forma democrática y su acatamiento debe de producirse sin fisura alguna por el conjunto del partido, sin que ningún militante pueda adoptar decisiones que contravengan el mandato determinado por la resolución del Comité Federal legal y reglamentariamente constituido.
En su próxima reunión, el Comité Federal del Partido Socialista Obrero Español, deberá efectuar sus debates y valoraciones sobre la actual situación de gobierno en nuestro país y, por lo tanto, igualmente habrá de convenir las correspondientes conclusiones las cuales serán votadas al efecto por la totalidad de los miembros presentes, y todas sus agrupaciones y secciones del partido deberán acatar con incuestionable disciplina dichas consumaciones. Seguramente no va a ser tarea fácil el llegar hacia el punto final de forma unánime, ni siquiera con un avenimiento convencional, pero en eso consiste precisamente la democracia, en escuchar a todos y acatar la decisión de la mayoría, en ello se debe estar en todo partido responsable y sensato tal y como ha venido siendo considerado desde su fundación el Partido Socialista Obrero Español.
Lo más juicioso que debemos hacer todos en estos momentos debe ser dejar trabajar tranquilos a los miembros del Comité Federal del PSOE, habida cuenta que han de realizar una transcendental labor que se supone vaya a ser definitiva para el inmediato discurrir de nuestro sistema democrático. Ellos son plenamente conocedores de que su decisión no va a ser tomada de forma fácil y que la misma va a influir, y mucho, no únicamente en su futuro como partido político con posibilidades alternativas de gobierno en el país, sino que también en el mantenimiento y substanciación de nuestro actual sistema de derechos y libertades instituido en nuestra vigente Constitución Española.
Que el Comité Federal debata, decida y sancione. Esperemos que el resto del partido no dé la razón a Fernández de la Mora en su intento de presentar otras alternativas al sistema democrático libre y representativo que actualmente venimos disfrutando en nuestro país. Cuesta mucho llegar a este puerto, para volver a variar la proa de la nave hacia otros destinos ya superados por lamentablemente conocidos.
Julián Sánchez