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Cuaderno de Campo. La Naturaleza en la Meseta de Requena-Utiel

Javier Armero Iranzo   /   2 de julio de 2019

Halcón peregrino en vuelo. Foto de José Ventura

En el capítulo anterior de nuestro querido Cuaderno de Campo se venía contando como una bonita rapaz de origen marino se dejaba ver en un medio tan diferente como es la laguna de Talayuelas, pequeño humedal rodeado por extensos pinares rodenos. Se trataba del halcón de Eleonora, Falco eleonorae, una rareza ornitológica en tierras de interior. Hoy, sin embargo, otro halcón recibe toda nuestra atención; pero eso sí, uno ciertamente autóctono y característico de nuestros paisajes de montaña: el halcón peregrino, Falco peregrinus.

Un ave poderosa, veloz como ninguna otra, de faz inconfundible. Un sello de calidad para las sierras que ocupa. Un lujo para nuestras montañas. ¡Qué ave tan espectacular!

Su estampa es de las que no se olvidan. Su potencia y su majestuosidad han llamado la atención de los seres humanos desde hace mucho tiempo. De hecho en el antiguo Egipto se ilustraba en templos y pirámides una divinidad con cuerpo humano y cabeza de halcón: Horus, el Dios de los Cielos. Nada menos que el iniciador de la civilización egipcia. Dios de la Realeza en el cielo, de la guerra y de la caza. Nada menos que el hijo de Isis y de Osiris. Desde el Imperio Antiguo, el faraón es la manifestación de Horus en la Tierra.

El halcón peregrino, qué magnífico animal. Todo en él es perfección: sus elegantes líneas, su poderoso vuelo, su potente voz, su presencia en el roquedo. Un lujo para nuestra naturaleza; un deleite para nuestros ojos. El señor del cantil.

Inicio de un caluroso verano. El astro rey aún no ha asomado tras la cumbre y el aire todavía se mantiene fresco. Los primeros pájaros se  encargan de anunciar la nueva jornada en el zarzal del río; mirlos, chochines y currucas capirotadas a la cabeza del concierto. En el pinar inmediato al cauce una familia de escribanos soteños se deja ver con facilidad mientras se ocupa en la búsqueda de alimento. El Magro, serpentea entre enormes bancos de caliza de era mesozoica en su recorrido a través de La Herrada.

Territorio de halcones en las hoces del río Magro

Falta todavía un par de horas para que el infierno lo abrase todo; mientras tanto, la vida se desparrama por estos montes requenenses. Las aves parecen saberlo y se apresuran a concentrar sus rutinas antes de que el sol haga acto de aparición. Hay que madrugar en verano y disfrutar de esas horas al pie del roquedo. Al poco, un chillido característico hace silenciar al predio de golpe. Donde había movimiento y sonido ahora hay un silencio sepulcral. Allá arriba, en el risco, una silueta compacta e inconfundible, impone su poderío.

Minutos después aletea y cambia su posadero por otro aún más cercano. La tensión se corta en el ambiente. Nada ni nadie osa moverse en el fondo del vallejo. Un halcón peregrino proclama su feudo: kii-kii-kii-kii-kii-kii. Qué momento más bonito; mitad real, mitad divino. Horus, el halcón.

Tremendo amanecer en aquel apartado rincón de la naturaleza comarcal. Pero, ¿qué sabemos de aquella misteriosa criatura? Intentemos desvelar alguno de sus secretos.

El halcón peregrino, señor del cantil. Una de las rapaces más bellas e interesantes de la ornitofauna comarcal. Presenta una morfología singular e inconfundible, modelada tras cientos de años de evolución al servicio de la caza. De tamaño mediano, su plumaje prieto y su enorme musculatura pectoral le otorgan una silueta compacta. En la cabeza, robusta y redonda, luce un pico corto pero poderoso, capaz de abrir las presas en canal para consumirlas.

Halcón peregrino. Foto de Juan Lorite

 

Las alas son muy diferentes a la de las águilas y otras rapaces más grandes. En vez de contar con una superficie amplia capaz de sustentar el cuerpo durante horas en largos planeos, las alas del halcón se caracterizan por ser más bien cortas, anchas por la zona de inserción al cuerpo y más estrechas por los extremos. Todo ello le faculta para alcanzar unas velocidades de vértigo cuando se lanza hacia sus presas.

El halcón es el rey del aire. No hay otra ave capaz de alcanzar las velocidades que este llega a conseguir. En realidad no hay ningún otro animal vertebrado en todo el mundo que supere en rapidez al halcón. De hecho en sus lances cinegéticos es capaz de superar ampliamente los doscientos kilómetros por hora; e incluso, hay investigadores que no dudan en afirmar que rebasa los cuatrocientos en el momento de plegar las alas y, como un misil viviente, caer en picado hacia el pájaro que vuela por debajo de él. Realmente brutal.

Es una especie exclusivamente ornitófaga ya que se alimenta a base de aves que captura en el aire. De hecho, otra característica corporal que lo identifica es el buen tamaño de las patas y de los propios dedos que lo facultan para capturar certeramente a las presas en pleno vuelo. La verdad, es que es un ave muy hermosa.

Belleza y agilidad son los reclamos que le han servido para que el ser humano se haya fijado en él desde hace mucho tiempo y que hábilmente lo haya utilizado para su servicio. La cetrería, arte señorial practicado por diversos pueblos del viejo mundo, ha tenido en el halcón peregrino su principal referencia. Muchos caballeros mongoles, árabes o europeos, entre otros, han criado halcones para usarlos en la caza otorgándoles los mejores estatus entre la nobleza de la época.

El halcón peregrino, una joya alada. Foto de José Ventura

Y es que además, el halcón peregrino es un ave que a excepción de la Antártida se distribuye por todos los continentes del globo. Bien conocida, por tanto, es su presencia por los seres humanos. Cría en ambientes tan dispares como tundras, estepas, bosques, cantiles marinos, islas, áreas cultivadas o incluso ciudades. No obstante siente predilección por áreas abiertas, sin excesiva cobertura forestal, y por supuesto, donde haya un mínimo de aves silvestres que le sirva de alimento. En Europa se distribuye por la mayoría de países aunque las mejores poblaciones aparecen en Gran Bretaña y en la cuenca mediterránea, especialmente en la península Ibérica. Se encuentra ausente, sin embargo, de grandes áreas llanas del centro y este del continente.

En España en el censo nacional de la especie de 2008 se estimó la población entre 2.462-2.804 parejas reproductoras. El halcón peregrino ocupa todas las regiones pero es especialmente común en los principales macizos orográficos del país: cordillera Cantábrica, sistema Ibérico, sistema central, sierra Morena y sierras litorales y prelitorales mediterráneas.

En 2018 se hicieron los trabajos de campo, coordinados por la Sociedad Española de Ornitología, para actualizar el citado censo nacional pero aún no se disponen los datos globales a escala estatal. Sin embargo sí que han podido consultarse los referentes a la Comunitat Valenciana. En concreto aquí se han localizado un total de 134 territorios ocupados por los dos miembros de la pareja y 20 más en la que sólo se ha podido localizar un ejemplar. En concreto, de los 134-154 territorios encontrados, la provincia Valencia dispondría de 53-63, la de Castellón de 52-59 y la de Alicante de 27-30.

En lo que respecta a la evolución desde 2008, tras analizar estos datos, se confirma una menor localización de territorios ya que en aquel año se censaron 180-197, reduciéndose el cómputo en las tres provincias (entonces había 74-77 en Valencia, 70-81 en Castellón y 36-39 en Alicante). A la luz de estos datos no queda claro que el menor número de parejas localizadas en 2018 respecto a 2008 sea debido a un declive poblacional sino que quizás sea producto de una menor intensidad en la revisión de todos aquellos parajes susceptibles de albergar a la especie.

La delegación en Requena-Utiel de la Societat Valenciana d’Ornitologia ha colaborado en las dos ediciones del censo nacional de la especie recorriendo no sólo la comarca entera sino también parte de los municipios limítrofes, incluidos los pertenecientes a la jurisdicción de Castilla-La Mancha. Concretamente la SVO, que también hizo un estudio específico a nivel comarcal sobre el halcón peregrino en 2015 y cuyos resultados fueron publicados en el número 31 de la revista Oleana  del Centro de Estudios Requenenses, localizó en 2018 un total de 13 territorios ocupados por la especie de los que cinco criaban dentro de su demarcación administrativa y el resto fuera, aunque por muy poco (en ocasiones por apenas unas decenas de metros).

En Requena-Utiel y su entorno inmediato, el halcón se distribuye por los principales desfiladeros fluviales, aunque también ocupa grandes cintos rocosos en barrancos o montes cercanos. Es un ave que necesita de repisas o de covachas en cantiles para poder criar pero siempre en áreas con cierta disponibilidad en recursos tróficos. Así busca también la cercanía de áreas abiertas, cultivadas o no, donde procurarse el alimento: palomas, tórtolas, zorzales, mirlos, estorninos, urracas, grajillas, arrendajos, cornejas, oropéndolas, abubillas, cogujadas y totovías, entre una extensa lista de candidatas.  Hay que apuntar que aves de conducta habitualmente terrestre como las perdices, por ejemplo, no suelen ser presa de los halcones ya que éstos dirigen sus lances cinegéticos exclusivamente sobre aves en vuelo.

Urraca, presa habitual del halcón peregrino. Foto de Víctor París

De entre todos los parajes habitados por los halcones comarcales merece la pena destacar a las Hoces del Cabriel y a la fosa tectónica de Chera, donde se dan las condiciones ideales para que existan varias parejas en un espacio no demasiado amplio. Sin embargo, se echa en falta la presencia de esta bella rapaz, al menos en época de cría, en las extensas planicies cultivadas de la meseta agraria central comarcal por la casi total ausencia de riscos de suficiente entidad para albergar una pareja reproductora.

 

 

 

 

Hábitat adecuado para los halcones. Hoces del cabriel

La cosa cambia durante el otoño y sobre todo durante el invierno ya que a Requena-Utiel llega un cierto número de halcones de procedencia europea que se instalan en esos ambientes llanos pero ricos en aves en esa época. De hecho el apelativo de peregrino que atribuimos al halcón hace referencia a la migración de ejemplares nativos del centro y sobre todo del norte del continente huyendo de las bajas temperaturas y, especialmente, de la falta de alimento en esas fechas en la tundra y en los bosques boreales.

En relación a ese hecho cabe decir que esos halcones (subespecies peregrinus y calidus) son visiblemente diferentes a los indígenas en la comarca ya que son más grandes y de una gama de tonalidades mucho más clara que los de aquí (subespecie brookei).

No es raro durante la invernada, cuando los viñedos están pelados y las escarchas cubren el suelo hasta bien entrada la mañana. Es fácil descubrir entonces a alguno de estos macizos halcones posados en lo alto de un almendro u otro árbol prominente de la llanura a la espera de alguna de las aves que en bandos se dispersan por los campos. La Vega del Magro, entre Caudete de las Fuentes, Utiel y Requena; los viñedos infinitos de Los Marcos o Las Monjas; los barbechos de Camporrobles; o las rastrojeras cerealistas de Sinarcas, repletas de pájaros por entonces, cobran protagonismo por la presencia de la fornida rapaz.

Estepas cerealistas de Sinarcas, típico lugar de invernada del halcón

Ahora en la época que estamos la crianza del peregrino está tocando a su fin. Los dos o tres pollos que habitualmente sacan por temporada están a punto de emanciparse de los adultos y de emprender una vida independiente. Ya han aprendido a cazar por sí solos y los lazos de unión con sus progenitores cada vez son más finos. Los jóvenes volanderos cada vez se van alejando más y más de los cantiles donde nacieron adentrándose en cazaderos que hasta ahora eran propiedad de sus padres. Está llegando el momento de comenzar una nueva etapa. Conflictiva etapa en la que se pueden dispersar incluso a varios cientos de kilómetros de distancia y en la que han de valerse por ellos mismos. Quizás en dos o tres años se puedan emparejar y aquerenciarse a un territorio de cría propio donde poder sacar adelante a nueva generación de halcones.

Muchos peligros les acecharán. En España su problemática de conservación se relaciona con diversos factores. Quizás uno de los más importantes es el consumo de aves que han acumulado en sus tejidos productos químicos usados en el campo para el tratamiento fitosanitario: insecticidas, herbicidas, productos organoclorados en suma que afectan a su fecundidad y capacidad reproductiva. Pero también hay causas de muerte directa como el uso de armas de fuego por desaprensivos del mundo cinegético o de la colombicultura. Hay que recordar que el halcón puede predar ocasionalmente sobre palomas deportivas por lo que puntualmente podría suponer un foco de conflicto. No obstante hay que subrayar, por el contrario, su papel beneficioso en el control poblacional de palomas domésticas Columba livia y tórtolas turcas Streptopelia decaoto en áreas urbanas y suburbanas, en ocasiones sin depredadores que le hagan frente.

Halcón, herido, en un centro de recuperación. Foto de Carlos Sáez.

Las eventuales electrocuciones en apoyos eléctricos, especialmente en áreas cultivadas que son frecuentadas durante la invernada, y las molestias por injerencias humanas en las inmediaciones de los nidos, o incluso expolios, puntualmente podrían afectar también a la especie.

Desde luego, es un ave digna de admirar. Su constitución anatómica, sus espectaculares lances de caza, su función de superdepredador alado en el ecosistema y su belleza y plasticidad hacen de este animal un verdadero tesoro a conservar. Un símbolo de grandeza para nuestras montañas.

Un silencio sobrecogedor se impone en el vallejo. El halcón lleva un buen rato en su peña. Nada le pasa inadvertido. De repente alza el vuelo y tras unos potentes batidos asciende considerablemente en altura. Cuesta ya verle; lleva unos minutos colgado del cielo describiendo amplios círculos. Con su vista prodigiosa va escudriñando el valle fluvial y los montes inmediatos a la espera de caer en picado sobre una infeliz ave que se atreva a atravesar el espacio aéreo que tiene por debajo.

Unas palomas zuritas Columba oenas, seguramente un grupo familiar nacido allí mismo, sobrevuelan el pinar. Las más bonitas de las palomas, pero también las más escasas. Cada vez cuesta más ver a las pequeñas zuritas en los barrancos y cintos. Pero allá van ajenas al peligro que tienen cientos de metros por arriba.

Una de ellas ya está muerta; y así sucede. Con un picado extraordinario, un proyectil impacta sobre la víctima que nada puede hacer sino rendir homenaje a su matador inocente.

El impacto es demoledor. Un ruido seco se graba en la corteza cerebral de aquel que tiene la fortuna de ser testigo. No ha habido agonía.

La pieza empieza a ser desplumada en la cresta de una aguja rocosa; y en ese momento el disco solar ilumina la escena. Tributo al cielo; tributo a una naturaleza salvaje que encuentra en el halcón peregrino un motivo más para continuar con su salvaje y eterna historia.

 

JAVIER ARMERO IRANZO

Agradezco a José Ventura, a Carlos Sáez, a Juan Lorite y a Víctor París la cesión de sus excelentes fotografías que ilustran este texto. Y a Pablo Vera, de la SEO, por facilitarme gentilmente los datos del censo de halcones peregrinos en la Comunitat Valenciana correspondientes a 2018.

Un misil viviente. Foto de José Ventura

 

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