LOS COMBATIVOS REQUENENSES.//Víctor Manuel Galán Tendero.
Las Navidades siempre parecen enfrentadas con la guerra, por mucho que la Humanidad haya conocido demasiados veinticinco de diciembre con las espadas en alto. Cuando se declaró la Gran Guerra en los calores estivales de 1914, se tenía la sensación que por tan entrañables fechas se cantaría victoria por más de uno, además de villancicos. Las ilusiones se quedaron en tales, como durante nuestra Guerra Civil.
Aquellas fechas del fatídico 1936 fueron amargas y a 22 de diciembre, cuando los escolares a día de hoy inician sus vacaciones, las criaturas acogidas a la residencia infantil El Cerrito padecían demasiadas carencias. En aquella España desgarrada, el dinero y los recursos faltaban. Apenas contaban con una peseta diaria para sobrevivir cada uno. El poder municipal se las veía y se las deseaba al respecto. Tampoco el tocado Estado republicano estaba en condiciones de sufragar gran cosa. Cuarenta y cinco criaturas pequeñas se encontraban acogidas a la residencia, pero a nadie se le escapaba que muchas más necesitaban ayuda. La pobreza, la orfandad y el abandono formaban el triste cortejo de la infancia desvalida de aquella infortunada España.
En este verdadero frente, algunos pusieron su granito de arena. A 24 de diciembre, el capitán de milicias Antonio Martínez y otros combatientes donaron 397 pesetas para El Cerrito, además de otras 200 destinadas al hospital de sangre de Requena.
Con júbilo, el poder municipal saludó a los valientes militares de la causa antifascista por la libertad. La guerra presentaba distintos frentes, algunos en la retaguardia, y exigía un compromiso individual importante, una curiosa manera de celebrar unas fiestas tradicionales en un tiempo de destacados cambios y que a su modo nos recuerda que el festejo puede realizarse de modos tan distintos como válidos, especialmente en este 2020 que tanto dará que tratar a la gente de la historia.
ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE REQUENA.
Caja de expedientes de la Guerra Civil (10702-10761).