Hace apenas un mes, el pasado 20 de marzo, muchos de ustedes se sorprenderían al escuchar o leer en distintos medios de comunicación que en esa jornada se estaba conmemorando el Día Mundial del Gorrión. Sí, sí; el Día Mundial del Gorrión.
Desde luego, una noticia, cuanto menos, llamativa. Y de eso se trataba; de llamar la atención a la sociedad de algo que preocupa, y mucho, a los naturalistas de todo el mundo, y en especial, a los ornitólogos y conservacionistas.
Pero, ¿qué ocurre con los gorriones? Se preguntarán. Pues algo muy serio, desde luego. Y se lo quiero contar en el Cuaderno de Campo de hoy, si ustedes me lo permiten.
Iré al grano. El gorrión común, Passer domesticus, está sufriendo un fuerte declive poblacional que le ha hecho perder en torno a un 63 % de sus efectivos numéricos en el continente europeo, teniendo en cuenta los datos de los últimos 30 años. ¡Un 63 %! En las noticias emitidas en ese día, se llegaba a decir, incluso, que en urbes tan importantes como Londres los gorriones estaban desapareciendo.
Afortunadamente en España la situación no es tan alarmante, ni mucho menos, pero se calcula que entre 1998 y 2015, según datos obtenidos por la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife), la población reproductora se ha reducido en un 5,4%, lo que implicaría una disminución de casi 8 millones de individuos en ese período. Parece ser que ese declive no se ha dado por igual en todas las regiones ya que es mucho mayor en provincias de la meseta norte y parte de Aragón, y menor, por el contrario, en la mitad sur peninsular y áreas costeras mediterráneas.
¿Pero qué le está pasando a nuestros gorriones? ¿Por qué un ave tan conocida por todos los ciudadanos, y tan común y abundante, hace sólo unas décadas está desapareciendo o rarificándose de tantos lugares?
Buena pregunta. Sin embargo, la respuesta o mejor dicho, las respuestas, no están nada claras. Los científicos desconocen con exactitud las causas de esa notable disminución numérica. Se sabe, sin embargo, que las poblaciones de este pájaro están disminuyendo de manera más evidente en los entornos urbanos que en los rurales. A la luz de diversas investigaciones, la dinámica poblacional de las grandes ciudades es mucho más negativa que la de los medios rurales, o incluso de las periferias de esos mismos núcleos urbanos.
SEO / BirdLife apunta como posibles factores del declive demográfico en España la escasez de zonas verdes y de lugares adecuados para instalar los nidos, la creciente dificultad que tienen estos animales para encontrar alimento en las ciudades modernas, la competencia por especies invasoras y la predación. Incluso se contempla la posibilidad de que el electromagnetismo que se está produciendo en los cascos urbanos pueda estar detrás de esa evidente disminución poblacional del gorrión común en nuestro país.
En el campo, aparte de los citados en las urbes, quizás sean otros los factores que amenazan al gorrión, El más importante, como ya hemos hablado en alguna ocasión para el conjunto de la biodiversidad de los medios agrarios, debe ser la intensificación agrícola que está sufriendo el país en las últimas décadas. Pero también deben estar incidiendo negativamente a estas aves el empleo de productos químicos en la agricultura, o incluso el creciente despoblamiento de muchas localidades y aldeas por parte del ser humano.
Para alertar de esta situación, y además de llevar a cabo la citada jornada conmemorativa antes referida, quería comentar otra acción en defensa del gorrión común, y es la que da título al ensayo de hoy. Se trata de declarar al gorrión común como Ave del Año 2016 por la Sociedad Española de Ornitología. Esta entidad científica, pionera en la conservación de los valores naturales de nuestro país, centra su actividad en el estudio, divulgación y defensa de las aves silvestres que habitan en España. Una de sus acciones que más impacto tiene en la sociedad es la declaración como Ave del Año a una especie que ha sido elegida entre sus socios por presentar alguna problemática importante que amenaza su estabilidad o continuidad en el medio natural y que necesita de un respaldo social y de acciones urgentes para su recuperación. Así se han propuesto en otras temporadas aves emblemáticas de nuestra fauna nacional como el águila imperial o la perdicera entre las rapaces, o la cerceta pardilla o la focha moruna entre las acuáticas, o la avutarda o la alondra ricotí entre las esteparias, por citar algunas de las más apreciadas en la ecología de la conservación.
Quizás por eso, a más de un ornitólogo o ciudadano en general le ha sorprendido que sea una avecilla tan familiar y conocida como el gorrión común el protagonista de esta nominación. Las razones ya han sido explicadas. Pero sí hubiera aún algún atisbo de duda, me permitiría argumentar algo más. Quizás el acusado declive en que se encuentra el gorrión podría ser indicador del deterioro de nuestro propio medio ambiente más inmediato. Ese donde vivimos a diario y donde desarrollamos nuestras actividades vitales. Nuestro lugar de residencia, de trabajo; nuestro hábitat durante la mayor parte de nuestras vidas. Recordemos que en torno a un 80% de los españoles residimos en las ciudades. Si mejora el medio ambiente para el gorrión, mejorará para los seres humanos. Y mejorará nuestra calidad de vida. Pero los datos numéricos nos insisten en que las cosas no van bien. Es momento para la reflexión.
Una vez hemos analizado la problemática que afecta a nuestros gorriones y que justifica el objetivo de este artículo, creo que es momento de hablar sobre la situación de estas aves a nivel comarcal así como presentar a los otros integrantes de la familia Passeridae que también se denominan gorriones.
El gorrión común, Passer domesticus, solapa magníficamente su distribución comarcal a la de los propios seres humanos. Así, se detecta su presencia tanto en todos los pueblos y aldeas como en la mayoría de casas de labor y construcciones rurales en aquellos medios agrarios donde el hombre tiene presencia más o menos habitual. Se podría decir, sin temor a equivocarnos, que el gorrión común es una especie comensal del hombre desde tiempos seguramente del neolítico, en que los asentamientos humanos estables se generalizan al imponerse la vida agrícola.
No merece la pena describir la fisonomía de este popular pájaro, bien conocido por el paisanaje local. Si acaso decir que es una especie que presenta un marcado dimorfismo sexual que hace que sean claramente distintos los machos (con plumaje de tonos pardos en sus partes dorsales, a excepción del final de la espalda y la zona superior de la cabeza que son grises) de las hembras (de colores mucho más apagados)
El gorrión común, ancestralmente conocido por los vecinos de Requena con el simpático nombre de gorriote, presenta un comportamiento muy confiado de cara al ser humano. De hecho casi sin darnos cuenta unos y otros realizamos nuestras rutinas diarias por el entramado urbano a escasos metros con la total confianza de dos seres que no interfieren en absoluto. Y la verdad, eso es un gozo en los tiempos que corren, en que parece que cada vez nos vayamos alejando más y más de la naturaleza, olvidándonos de que, al fin y al cabo, somos seres vivos y que nuestro territorio más íntimo también es ocupado por otras criaturas totalmente libres.
Hay otros gorriones en la Meseta de Requena-Utiel, sin embargo. Y muy posiblemente sean desconocidos por la mayor parte de sus gentes. Merece la pena presentarlos. Son los molineros, los chillones y los morunos, aunque de estos últimos apenas se tiene alguna observación puntual. De la quinta especie de gorrión que habita en España, el alpino Montifringilla nivalis, lógicamente no se tiene ninguna referencia en nuestra demarcación por ser una especie habitante de las altas montañas del norte peninsular, en donde ocupa los pisos supraforestales.
El gorrión molinero, Passer montanus, es un ave de aspecto muy parecido al común. De tamaño ligeramente más pequeño, se distingue sobre todo, por las partes superiores de la cabeza de un tono castaño característico y por presentar una llamativa mancha oscura en medio de unas blancas mejillas. Además el macho y la hembra lucen, a diferencia del gorrión común, un plumaje de diseño prácticamente idéntico.
A diferencia del gorrión común, el molinero es en nuestra comarca un ave más campestre y menos urbanita. Prefiere ocupar las parcelas agrícolas de regadío donde alcanza sus mayores densidades. Se distribuye de manera común por la Vega del Magro, entre Caudete de las Fuentes, Utiel y Requena, así como en las cercanías de pueblos y aldeas donde aún queden huertos de frutales y hortalizas. Lamentablemente, el abandono de la labor o la sustitución del cultivo hacia el viñedo, tan habitual en estos últimos tiempos, está condicionando negativamente la continuidad de esta especie de cara al futuro.
El gorrión chillón, Petronia petronia, de tamaño mayor que la especie anterior, presenta en el dorso unos colores marrones y grisáceos poco ostentosos y manchados de listas oscuras. Por el vientre predominan los tonos claros. En la cabeza aparecen tres conspícuas listas longitudinales (clara, marrón-gris, y parda); y en la garganta hay una mancha de color amarillo que no siempre es bien apreciable.
El gorrión chillón en época de cría es un típico habitante de los cantiles naturales. Es ave común en los desfiladeros calizos de los ríos Magro y Cabriel, pero también de sus ramblas afluentes y que disponen de numerosos taludes de tierra. Allí ubica sus nidos en los agujeros que le proporciona el sustrato. Así mismo también cría en orificios y oquedades de construcciones rurales y casas diseminadas en el medio agrícola. En invierno, sin embargo, es habitual verlo en grandes grupos recorriendo los campos de la meseta central buscando semillas entre los ribazos y bancales de los cultivos o, incluso, en los propios viñedos repletos por entonces de rabanizas Diplotaxis eurucoides y otras plantas nutricias.
El último de los gorriones al que hace referencia este escrito es el moruno, Passer hispanoliensis. Su distribución nacional como especie reproductora se restringe, principalmente, al
cuadrante suroccidental peninsular, aunque también se sabe de su presencia, mucho más escasa y local en otras áreas, como parte de Castilla-León y puntos aislados de Cataluña o Navarra.
La comarca de Requena-Utiel está fuera de ese ámbito geográfico, si bien se han podido obtener cuatro registros de su presencia en estos últimos 30 años, lo que le otorgaría al ave la consideración de verdadera rareza local. En concreto la primera referencia data de 1984 en la que un ejemplar fue encontrado muerto en Requena, tal y como aparece escrito en el capítulo dedicado a las aves de la magnífica enciclopedia Història Natural dels Països Catalans. La segunda cita es de mi amigo utielano Javier Sánchez, que detectó tres ejemplares construyendo nidos en el caserío de Villar de Salas (Requena), en el valle del río Reatillo en junio de 2006. La tercera vez que se detectó al gorrión moruno fue durante el verano pasado, julio de 2015, en que Luis Albero y Pablo Ruiz (naturalistas de Camporrobles y de Requena, respectivamente) descubrieron tres parejas reproductoras en una pequeña pinada rodeada de campos de cereal en Las Casillas de Ranera (provincia de Cuenca) a escasa distancia con el límite municipal de Sinarcas. Por último, yo mismo tuve la fortuna de descubrir dos ejemplares el 25 de enero de 2016 en las cercanías de la Fuente Flores (Requena) que se encontraban junto a un grupo de gorriones comunes. En las últimas semanas he vuelto a ir a este paraje de la Vega del Magro para ver si seguían en la zona, pero no he podido confirmar su presencia.
En las provincias donde se encuentra el gorrión moruno es un paseriforme muy habitual en áreas abiertas en las que se combinan los cambios de cultivo con los matorrales mediterráneos o las dehesas. De hecho, en un viaje familiar que acabo de realizar por Extremadura (en estas últimas pascuas) pude comprobar lo abundante que es este gorrión en sus montes y dehesas. Disfruté muchísimo observando decenas de ejemplares por los encinares del Parque Nacional de Monfragüe o del Parque Natural de Cornalvo, entre otros sitios de magnífica belleza y biodiversidad durante esas fechas.
Y para terminar, volvamos al gorrión común; o al gorriote, como ustedes gusten. Espero haberles informado y concienciado de su situación y problemática. Es un ave que merece también de nuestra atención. No tiene la majestuosidad de las águilas, ni la envergadura de los grandes buitres ibéricos; ni la rapidez del halcón, ni el misterio del gran búho real; no tiene nada de ello, no. Pero sin embargo es un antiguo compañero de andanzas desde los albores del hombre moderno. Un viejo amigo. Ha compartido con nosotros los acontecimientos que han marcado el destino de nuestra historia.
Y ahí lo tenemos. Ahí está. En tu calle, en el parque donde juegan los niños, junto a tu tienda, en el patio de tu colegio,… Picoteando aquí y allá esas migajas que quedan en el suelo.
Ahí está. El gorrión común. Nuestro amigo.
Por mucho tiempo…
JAVIER ARMERO IRANZO