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Requena ( 29/03/18) . LA BITÁCORA -JCPG
AL PIE DE LA ERA, justo en el ribazo que existía (y todavía existe) en el costado izquierdo de la iglesia, estuvo durante un tiempo que sería incapaz de determinar una cuba de aquellos camiones, Pegaso o Barreiros, que en aquellos tiempos eran las únicas marcas visibles en nuestra tierra. He recordado todo esto, porque escribo estas páginas en pleno Domingo de Ramos, al recordar también que las ramas de olivera eran depositadas para que don Joaquín las bendijera junto a los arcos de la ermita. No sé quién los colocaba allí; quizás cualquiera, Paco, Emilio, Conceso, Alejo o quién sabe; lo digo porque ellos eran los jóvenes padres de familia que estaban en la situación.
 

He aquí la iglesia actual. La antigua, que fue construida en la inmediata postguerra, era igual que la que existe en El Pontón. Era un templito a la medida de una aldea. Ideal para gentes laboriosas, empeñadas en el trabajo. Ésta no se caerá. Lo dice uno que estuvo trabajando en ella. Recuerdo trabajar junto a Ángel y algún vecino más, acarreando ladrillos y sacos de cemento. Una tarea del pueblo, como tantos y tantos edificios religiosos que pueblan nuestro país.
Eran los tiempos, ya decadentes, del nacionalcatolicismo oficialista, de esa composición vieja de la Iglesia- Estado, que había formado parte del bloque de poder durante el franquismo. Productos de su tiempo, de sus creencias y su formación, los sacerdotes del tiempo estaban cortados por otros patrones, a pesar del reciente Concilio Vaticano II, tantas veces invocado como renovador. Pero lo mejor es que no se exagere la renovación, porque la Iglesia Católica es la que es, y no se le pueden pedir peras al olmo, sin entrar en mayores vericuetos teológicos.
La olivera, ese viejo árbol tan caro al Mediterráneo, elegido por el cristianismo en su conmemoración religiosa de sus raíces como fe. El paganismo romano encontró en los laureles la celebración del triunfo, de la gloria y el poder. Pero la rama de olivera también es gloriosa.

El cultivo de las oliveras está cambiando mucho. En nuestra tierra es un minifundismo el que impera, pero ya algunos propietarios realizan el cultivo con vistas a una recogida mecanizada. Este trabajo se hace con las vendimiadoras y esto implica mantener los árboles a una altura bastante baja. El signo de los tiempos, la máquina.
Domingo de Ramos, casi de Gloria, porque nos enteramos pronto de la captura del gran prófugo. Qué inmensa alegría. A ratos Puigdemont me parece, más que el “puto amo”, un ser insignificante, abrumado por los acontecimientos y la vorágine de asuntos que ha ido suscitando y poniendo en marcha. El acto cobarde la la mujer del procés (decía Junqueras que la República, catalana, por supuesto, tenía rostro de mujer; ironías) es harina de otro costal, demasiado esclarecedor sobre la naturaleza antidemocrática de un proceso que pretende imponerse como la voluntad de Cataluña. Cataluña exsite. También España. Pero yo no conozco la voluntad de todos los catalanes ni de todos los españoles. Qué gran error han cometido al negar el pluralismo de la sociedad; de esta no se recuperan.

Una pareja para el desastre. Al expresidente jamás se le puede perdonar que haya abonado las viejas ideas, ya trasnochadas, sobre nuestro país. Avivar la vieja leyenda negra. Lo nuestro es cosa de franquista. Ellos, los grandes demócratas, pero de visa oro. Así ya se puede.
Jesús pasó la noche en el Monte de los Olivos. A la mañana siguiente traspuso hacia el Templo. El famoso templo constituía el foco de la historia hebrea, la concentración de la emoción religiosa y política del pueblo judío en un espacio. Los intérpretes de la ley ley  le colocan entonces delante a una mujer adúltera; el objetivo era claro: poner en evidencia su reacción ante uno de los pecados más brutalmente castigados en la antigüedad (pero me temo que también hoy en muchas sociedades), el adulterio. El episodio de la mujer adúltera. “Aquel de vosotros que esté sin pecado que tire la primera piedra”. Qué gran frase. Tremenda contestación a la tradición. Aquí se enraiza una nueva moral.
Porque, en efecto, nace una nueva religión, pero también un nuevo mapa de la conducta moral. En este cristianismo nuestro no hay sharias ni leyes, sólo el ejemplo. Y el ejemplo es lo que hoy se menosprecia. Se tira a los contenedores. Ceremonia de los “Premios Extraordinarios a la Excelencia Académica en Educación Primaria”. Es en la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Un insulto. Los chicos y chicas premiados reciben el diploma con la propia entrada en la puerta, se hacen la foto con los mandados de la Consellería (al conseller, mejor no esperarlo) y rapidito saliendo de la sala que hay prisa. Tremendo. Para echarse a temblar. Una oportunidad excepcional para premiar el talento, el esfuerzo y la dedicación es totalmente desaprovechada y menospreciada. En lugar de convertir el acto, un momento barato, sin costes, en una ceremonia auténtica de valoración de unos chicos y chicas que pueden convertirse en el ejemplo de miles, se opta por el menosprecio y lo casi insultante. Ya sabemos que ahora prima la inclusividad. Pero la reducción a lo vulgar y lo mediocre de los niveles educativos que estamos viviendo es una operación de desmantelamiento del sistema público de educación, precisamente por aquellos autoproclamados defensores.

Lo de las altas capacidades en nuestro país es un auténtico drama. La incertidumbre más absoluta reina en este tema, y no parece que ningún gobierno, de cualquiera de las ideologías, tome cartas en el asunto. Declaraciones y declaraciones, eso sí. Pero nada más.
El Consejo Escolar del Estado acaba de publicar su informe sobre 2017. Sorpresa ninguna: en lo referido a la atención a las personas con altas capacidades intelectuales apenas hace mención de cuatro conceptos archiconocidos y frases hechas que todos habrán oído mil veces. Es el punto C.3, en la página 214. Entiendo la sorpresa de muchos al leer que «los padres, las madres y los tutores reciben una orientación y una formación específicas para que puedan ayudar adecuadamente a estos alumnos». No salgo de mi asombro. Va a ser que esto lo ha copiado cualquiera de los administrativos del Ministerio y ha hecho aquí una pifia monumental. Todos sabemos que los padres no se enteran hasta tiempo después de la inteligencia de su hijo. Todos sabemos que los profesores no saben de la capacidad intelectual de sus alumnos más que por la pura intuición y la experiencia cotidiana en las aulas. Y todos sabemos que la gente con altas capacidades, aquellos que constituyen el vivero de nuestra élite científica, tecnológica e intelectual están absolutamente orillados. Especialmente por nuestros gobiernos de izquierda, empeñados en difundir y garantizar una igualdad absurda que ensombrece al que destaca. Lo que sucedió ayer en la Ciudad de las Artes, lo referente a las altas capacidades en el informe del Consejo Escolar del Estado, capítulos de una historia mil veces repetida en nuestro país. Es una pena.
Naturalmente nuestra valiosa gente se irá a Alemania o a otros países. Los formaremos aquí y otros extraerán rentabilidad de sus conocimientos. La enseñanza pública seguirá entrando en la mediocridad y los padres de chicos con altas capacidades se irán a colegios privados, donde recibirán una mejor atención. Esto ya lo conocemos, porque los que estamos en el tinglado lo vivimos. No hay interés en mimar al talento y el esfuerzo. Esta es una realidad. Puigdemont ya está allí, contra su voluntad, desde luego, y no parece que nadie quiera aprovechar sus talentos, dudosos por otro lado.
Era un buen día. Creo haberlo estropeado con unas críticas a nuestro próceres, tan encantados de haberse conocido. Esto es lo que pienso, es lo que vivo. La próxima vez creo que me dedicaré a temas paisajísticos.
En Los Ruices, a 28 de marzo de 2018.

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