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LA BITÁCORA DE BRAUDEL / JCPG

A veces resulta extremadamente complicado comprender lo que sucede a nuestro alrededor. Así puede ser de traicionera la misma realidad. Tengo dificultades para comprender la realidad que se despliega en mi propio país. El extremismo creciente de la sociedad y el “proceso” son asuntos de tal complejidad que tender los hilos que permitan dar explicaciones coherentes son realmente casi imposibles. La enorme cantidad de información que circula por los medios y la red me tiene abrumado. Dan ganas de realizar una desconexión total e irse a vivir a un lugar remoto, sin móvil, sin internet, sin tele ni radio. Lo cierto es que en algún lugar cerca de aquí puede hallarse ese paraíso.

Una sinagoga acaba de ser víctima de un atentado terrorista. Dicen que Hamás, el grupo radical palestino, ha aplaudido el atentado. Ahora los israelíes responderán, como es habitual en ellos, de manera absurdamente brutal. Algo más al Este, el autodenominado Estado Islámico sigue con su espiral de terror y multiplica las decapitaciones. Cortar la cabeza del enemigo les debe parecer un procedimiento sumamente efectista, ya que el “espectáculo” se transmite en imágenes de televisión. Nuestros antepasados asistían a las ejecuciones públicas como el que va al fútbol. La imagen transmitida a cualquier parte del mundo, como todas las nuevas tecnologías, está transformando hasta el terror.

¿No resulta complicado comprender todo esto? Incluso aunque sepamos que palestinos e israelitas se la tienen jurada y no pasa instante que se líen a ostias en cualquier parte. Incluso aunque sepamos que el alma humana es capaz de las más gigantescas atrocidades; más vale no mencionar otras barbaridades, porque ya sabemos de qué va esto: aniquilar al enemigo.

Los historiadores acabamos de racionalizarlo todo; es muy humano: porque es la única manera de introducir algo de cordura en algo que no la tiene. Tengo la sensación de que acabamos introduciendo argumentos racionales hasta en la sopa. Se lo oí en una vieja entrevista, hace ya demasiados año, al maestro Julio Caro Baroja, al que los medios, de difusión y del mundo académico, recuerdan estos días. Una racionalización excesiva del propio comportamiento humano. Es quizás el único mecanismo que nos queda para introducir algo de coherencia en las acciones de nuestros congéneres.

A pesar de todo, me sucede como a aquellos de nuestros antepasados de la Edad Media, veo a mi alrededor a gentes que no comprendo. Los Anales Toledanos I, compuestos en el siglo XIII, narran las acciones de aquellas gentes, ocupando un lugar singular el enfrentamiento del cristianismo con el islamismo, propio de aquel tiempo de reconquista peninsular. Los hispanos de la época, es decir nuestros antecesores, se extrañaban de la presencia de gente de otras regiones y países europeos, que habían llegado inflamados de un fervor religioso tal que sólo era comparable a su odio a los musulmanes y su afán de enriquecerse. El objetivo de estos guerreros europeos eran aniquilar a los musulmanes hispánicos. Los Anales refieren que los para los hispanos los guerreros europeos eran “gientes que non entendiamos”. El relato donde aparecen estas palabras denomina a la lucha Cristianismo/Islam, simple y claramente, como una cruzada. El Estado Islámico denomina a sus crímenes yihad.

Cruzada. Yihad. Crimen. Muerte. A veces sí se entienden las cosas, aunque el hombre revista su barbarie de palabras aparentemente bendecidas por Dios.

En Los Ruices, a 19 de noviembre de 2014.

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