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EL OBSERVATORIO DEL TEJO / JULIÁN SÁNCHEZ

El pasado viernes, al asistir a la presentación del cartel taurino anunciador del festival benéfico que se programó para celebrar en nuestra centenaria plaza de toros el próximo día 14 de febrero con motivo de nuestra tradicional Feria del Embutido, quedé sorprendido cuando fui puesto en antecedentes de que las ONG requenenses franquicias de Cruz Roja y Cáritas, se habían negado a hacerse receptoras del posible beneficio generado por el espectáculo taurino mentado sin explicar un motivo aparente y que, consecuentemente con ello, dichos fondos, al haber sido programados como en tantas otras ocasiones y lugares por el mundo taurino en calidad de aportaciones benéficas, se habían destinado a la satisfacción de necesidades propias de nuestra Residencia de Ancianos Desamparados, cuyas hermanitas se mostraron receptoras y agradecidas por semejante atención.

Desconozco las motivaciones de los responsables de ambas franquicias requenenses a la hora de hacer patente su rechazo a un gesto tan generoso, como ausente de pretensiones espurias, pero es de suponer que fuese por dos motivos, o que ambas organizaciones anduviesen sobradas de recursos y por lo cual mostrasen un desapego moral en atención a otras entidades más carentes, o bien que hayan decidido seguir la moda del ¿qué dirán?, donde últimamente la persecución a la cultura, creencias y costumbres se viene constituyendo como el objetivo a recurrir, por lo que siempre resulta más cómodo y perspicaz apostarse al lado del que golpea que no al del golpeado, simplemente por si acaso, es todo cuestión de saber estar o no estar a la altura de miras de la situación.

Si es por el primero de los dos supuestos de la anterior dicotomía, tomamos nota, pues tanto los aficionados a la fiesta, como a cualquier otra forma de cultura ancestral, a la hora de aportar nuestros recursos hacia la satisfacción de las necesidades corrientes de nuestras ONGs, ya conocemos la sobreabundancia de algunas, en consecuencia podremos dedicarlos a otras organizaciones las cuales, realizando tan idéntica como encomiable labor, no vienen a hacer ascos a los recursos que se les lleguen a ofrecer, siempre que los mismo procedan de actividades que efectúen sus diligencias dentro del estricto precepto que impone la ley.

El dinero de la tauromaquia no procede de círculos mafiosos, ni de corruptelas políticas, últimamente tan de moda por nuestros “ruedos” urbanos y políticos. El dinero que se pretendía recaudar en el festejo taurino del próximo día 14 iba a ser aportado por el bolsillo de aficionados que lo han ganado lealmente mediante su trabajo y labor cotidiana basada en la honradez y el comportamiento cívico. Ningún participante en dicho festejo iba a efectuar su colaboración pensando en obtener beneficio personal alguno, desde el presidente al último miembro del personal de plaza, pasando por los propios diestros y miembros de su cuadrilla. Ni siquiera el empresario, como tal, lo va a ser a modo lucrativo. Así es el hoy, y ha sido siempre, denostado mundo del toro.

Pero así vienen a ser las también cosas. En esta España donde se hace cine de subvención, teatro de subvención, ópera de subvención, música de subvención, un país donde si no se otorgaran dichas subvenciones no habría quizá ni cine, ni teatro, ni ópera, ni música, el mundo taurino no únicamente acomete su ajetreada existencia subsistiendo dificultosamente por sus propios medios y, aun así, todavía dedica, tal y como lo ha venido realizando desde su propia existencia, gran parte de sus recursos a quienes pasan dificultades, esta circunstancia aparenta no ser del agrado de algunos que cubren su actos sosteniéndolos con papel de fumar. Así es España.

Mientras que las organizaciones antitaurinas se organizan alrededor de la subvención pública, el mundo de los toros aporta al PIB nacional un impacto de más de 3.559 millones de euros a la actividad productiva del país, según el Informe Económico de la Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos (Anoet).

Dicha aportación equivale a la satisfacción del gasto anual de ocho de la totalidad de ministerios del Gobierno. O que también se puede considerar que con esa aportación de origen taurino, se alcanzaría a pagar la pensión media de jubilación durante todo un año a 249.230 pensionistas españoles.

Pero no queda la cosa únicamente ahí. Gracias al toreo, el turismo obtiene, de forma inmediata, más del doble de facturación que el propio sector taurino: 1.610 millones de euros al año (1.265 de manera indirecta y 345 de forma inducida). Casi tres cuartas partes de ese beneficio se las llevan los hoteles, los bares y los restaurantes. Y también el transporte, alrededor de una quinta parte. Existen un total de 103 sectores implicados en el mundo taurino. Es un abanico muy amplio de actividades, que van desde el sector primario al terciario, incluyendo el mantenimiento y cuidado de campos y dehesas. (Fuente diario Expansión).

Pero ya lo dijimos hace un par de semanas, estamos ante un proceso de acoso y derribo a nuestra cultura tradicional por algo que hoy vienen a denominar bajo el eufemismo de “progresismo”, que aporta poco progreso, pero sí mucha miseria. Y como consecuencia de ello, lo programado es perseguir con saña todo vestigio de cultura existente y su sustitución por un nuevo despotismo donde todo aparenta ser dispuesto a favor del pueblo, aunque su resultado suele ser capitalizado por la minoría originaria: “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, aunque se les llene la boca de enunciarse en inmolación sacrificial hacia la gente, tal y como ellos suelen denominar a la ciudadanía.

Y ahora volvemos a hacer memoria del viejo relato atribuido tanto a Bertolt Brecht, como a Martin Niemöller, pero que sea quien fuese su autor, no deja de ser significativo:

“Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. /Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. /Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. /Cuando vinieron a por los judíos, no pronuncié palabra, porque yo no era judío. /Cuando finalmente vinieron a por mí, no había nadie más que pudiera protestar.”

En España ha estallado un proceso profusamente organizado dirigido a subvertir nuestro sistema de derechos y libertades alumbrado al amparo de la Constitución de 1978, el objetivo es el establecimiento del pensamiento único y la toma del poder en orden a su propio criterio. El propio Gramsci lo prescribe cuando habla de “desmontar y sustituir una cultura al mismo tiempo que se utiliza”, mediante la programación del materialismo histórico con fines más bien tácticos. Para Gramsci las ideas y creencias no son simple emanación pasajera de la economía, sino que poseen una realidad que constituye la cultura en que cada hombre y cada pueblo vive inmerso.

Ya están viniendo a por los “otros” y algunos estamos guardando silencio, pero, cuando ya no exista nadie capaz de protestar, entonces vendrán también a por los silenciosos, los pusilánimes y los que miran hacia otra parte. Es una vieja ley que aunque conocida, no deviene del todo asimilada, y ese es el peligro real de la cuestión.

Julián Sánchez

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