Requena da la cara contra la violencia de género
Leer más
Abierto el tráfico sobre el puente del río Magro en la N-322
Leer más
COVIÑAS celebra el Día Mundial del Vino Tinto con Veterum Tinajas
Leer más

LA BITÁCORA DE BRAUDEL / JCG

Sí, claro; está de moda. Se practica en nuestro país sin sonrojo, especialmente más allá del Ebro. Traje aquí hace semanas el caso de Víctor Cucurull, un caso de digno de estudio. Sorprende la capacidad para vomitar gilipolleces que tienen algunos. Véanlo es un video breve de una conferencia larga; en una brevedad de cuento, el tío nos mete muchos cuentos juntos que son como un inmenso disparate. Y lo más agudo: muchos se lo creen.

Harina de otro costal es la novela de Albert Sánchez Piñol. Se trata de Victus. Como recordarán, su presentación fue vetada en un centro del Instituto Cervantes de los Países Bajos. La cosa estuvo fea, porque parece que casi todo estaba ya listo. Pero la decisión fue buena. La novela no es precisamente histórica. Es más bien lo contrario, porque tergiversa de tal modo personajes y situaciones que lo que crea es una atmósfera que jamás existió.

Además de aprovechar los acontecimientos que se suceden en Cataluña para poder vender un libro, el tal Sábnhez Piñol crea una Cataluña imaginaria. Muchos personajes son reales y aparecen perfectamente documentados en los archivos; pero el autor se empecina en transformarlos. Por ejemplo, Martí Zuviría es real, pero se llamaba Martín Zubiría y Olano. En la pluma de Sánchez Piñol, Martí aparece amargado porque Cataluña pactó una unión dinástica con Castilla, allá por el siglo XV, y ha resultado en un fracaso absoluto. Por eso engrosa la fuerza que resiste en Barcelona el asalto de las tropas de Felipe V: el pobre quería libertad para Cataluña. Mucho cuidado con esto: no fue Cataluña, que era algo así como el reino de León en la Corona de Castilla, sino la Corona de Aragón la que realizó el supuesto pacto. Una incongruencia absoluta. Pero con una nítida intención: llevar el agua al molino del nacionalismo. Como ese término de Corona Catalano-aragonesa para designar lo que simplemente fue Corona de Aragón.

Aún hay más. Según “el bueno de Zuvi” -así llama el autor a uno de sus personajes principales y varias veces, e incluso lo hace como “Zuvi piernaslargas”- la lucha en la Península que llamamos “Guerra de Sucesión a la Corona de España” tiene un móvil clarísimo: Castilla, que él describe como el fragmento central de esa Península -dividida, muy simplemente, en Portugal, Castilla en sí misma y Cataluña-, es una tierra yerma y seca, llena de hidalgos muertos de hambre pero con un sentido del honor curioso que les lleva a batirse en duelo por un simple pisotón y que sólo saben gobernar por medio de la fuerza de las armas y la tiranía antiparlamentaria, carentes del buen hacer comercial, artístico, industrial… de los catalanes… Esto suena al ombligismo ensimismado de un nacionalista con pocos dedos de frente o auténtica mala intención.

Bueno. Hay muchas más incoherencias. Pero la novela tiene cosas buenas. Sánchez Piñol es un buen escritor, y logra páginas de gran calidad. Se puede aprender sobre cómo era la guerra durante aquella época. Algunos pasajes sobre los sistemas de fortificación, es decir, la llamada poliorcética también son de gran interés.

Bien pensado, quizás habría que leer esta novela. No porque su autor las esté pasando caninas; no es así, porque la cifra de ventas es memorable. No cabe duda que Sánchez Piñol es un buen narrador. Pero le pierde la manipulación, sus deseos de que la guerra hubiera sido como el sueña. Y ya se sabe que los sueños son eso…Quizás es digna de lectura para comprender el estado de la sociedad española actual, y en especial de un sector de la misma que es el catalán. En otras palabras, creo que esta novela refleja bien la capacidad del nacionalismo catalán para manipular sin sonrojo cualquier pasaje de la historia con tal de seguir manipulando. Da igual que los personajes no obedezcan a la atmósfera social y cultural de una época; da igual que exaltemos hasta el grado más inverosímil el heroísmo de los defensores de Barcelona; da igual que ocultemos que miles de barceloneses, adeptos a la causa felipista abandonaron la ciudad. Lo único que importa es la causa.

En fin, que la novelita puede ser una fuente para comprender la mentalidad del nacionalismo catalán, en esta hora crucial en la historia colectiva de España.

Comparte: Estamos a 11