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EL OBSERVATORIO DEL TEJO. JULIAN SÁNCHEZ

La Generalitat Catalana promueve otra vuelta de tuerca más en orden a propiciar el enfrentamiento que acierte a facilitar la deriva independentista en la que se han venido embarcando desde la Diada de 2012 mediante un nuevo “aquelarre”, una nueva vuelta de tuerca que ellos organizan bajo la eufemística denominación de simposio con un titulado, tan estridente como apócrifo que vienen a rotular de esta forma tan expresiva: “España contra Catalunya, una mirada histórica (1914-2014)”. Mediante esta postrema barahúnda, el independentismo pretende definir el supuesto sometimiento civil y económico en que Cataluña quedó sumida desde la victoria de las tropas de Felipe V en la Guerra de Sucesión Española hasta nuestros días.

Se vuelve a incidir en la mentira cuando pretenden realizar dicho simposio a partir de una proyectada y acientífica actitud nacionalista de presentar el conflicto sobre la sucesión a Carlos II en el trono de España, tal y como si dicho conflicto hubiese sido llevado a cabo bajo las características de una lucha por la emancipación de Cataluña del territorio español, cuando lo que en realidad sucedió vino a ser un enfrentamiento entre el Archiduque de Austria y del borbón Felipe V, por el deseo de ambos en alcanzar el derecho a la sucesión de la corona de España que el último de los austrias había dejado vacante a su fallecimiento por carecer de descendencia directa. Cada territorio español tomó parte por uno de los candidatos y Cataluña lo hizo por el bando perdedor y aquí paz y luego gloria.
Ante las críticas efectuadas al significativo título del simposio, el cual ha recibido una calificación de acientífica por buena parte de mundo académico y político español, el director del Centre d’Història Contemporánia de Catalunya, dependiente y subordinado a la propia Generalitat, Jaume Sobrequés, se ha apresurado a afirmar que el simposio analizará la “animadversión” y “expolio” contra Cataluña que históricamente han venido realizando los gobiernos españoles, tanto democráticos como dictatoriales desde la victoria del Felipe V en 1714 hasta nuestros días.

Al conocerse el despropósito, UPyD y Ciutadans procedieron inmediatamente a trasladar a la fiscalía una denuncia motivada por una supuesta vulneración del artículo 510 del vigente Código Civil español. Dicha delación es motivada sobre la idea de presumir que con la convocatoria del acto se podría haber incurrido en un delito de “provocación a la discriminación y al odio”, denuncia a la que se adhirió posteriormente el Partit Popular de Catalunya, una vez obtenido el beneplácito de sus “superiores” de Madrid.

Ante ésta circunstancia, Francesc Homs, el hombre de la sonrisa aparente y de la mueca constante, sale a la palestra mostrando afirmaciones del cariz de la siguiente; “A algunos se les ve el plumero, hacen aspavientos ante un acto de vocación académica -el simposio- pero cuando pasan cosas como la banalización del nazismo callan». El señor Homs no utiliza el mismo rasero en lo referente a la utilización del vocablo “nazismo” en su referencia a otros, como cuando se lo mencionan a los suyos, entonces amenaza con llevar a los tribunales de justicia a quienes osen así expresarlo.

También hace referencia, en este mismo sentido el señor Homs a los Reyes Católicos en una comparativa de similitud en referencia a Cataluña con la represión de los judíos en España, aludiendo a la política, en este sentido, de la reina Isabel I de Castilla, obviando, por conveniencia o ignorancia, que la política monárquica en la época no la emitía exclusivamente la corona de Castilla, si no que era compartida mancomunadamente y en régimen de igualdad con su consorte D. Fernando II de Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña y Conde de Barcelona. En consecuencia, si el señor Homs atribuye a los españoles las responsabilidades que nuestros antepasados pudieron obtener mediante sus actuaciones en su mayor o menor nivel de acierto o desacierto, que tome también las suyas porque aquella historia, en este caso nos compete a todos, incluidos los catalanes cuyo rey participaba de ella en primerísima persona.

El nacionalismo catalán basa el actual simposio en la misma razón acientífica que ha venido esgrimiendo durante los últimos treinta y tres años de gobierno autonómico, desde la llegada al Govern de la Generalitat del Molt Honorable President de la Generalitat de Catalunya D. Jordi Puyol Solé y esta no viene a ser otra si no las supuestas desigualdades, el expolio, la represión cultural y, pásmense; la falsificación de la historia, que durante 300 años España ha venido ejerciendo sistemáticamente contra Cataluña. La gran falacia nacionalista no puede ser ya más pueril y repulsiva y, lo que viene a ser todavía mucho más repugnante, otra vuelta de tuerca para el fomento del odio y la animadversión entre los ciudadanos catalanes y españoles.

Habría que requerir, en este caso, a los ponentes del simposio, que explicasen convenientemente el hecho de que Cataluña fuese la tercera región española que vino a contabilizar el mayor registro de sufragios favorables emitido en 1978, en referencia a la celebración del referéndum que sometido a aprobación de la voluntad de la ciudadanía nuestra Carta Magna. El documento fue aprobado en la región catalana con un 90’46% de sufragios afirmativos y únicamente un 4’61% de votos negativos, experimentando un índice de abstención del 32’09%. Únicamente Andalucía con un 91’8% y Murcia con un 90’77% experimentaron un índice de votos afirmativos superior.

¿Porqué en 1978 los catalanes no tuvieron en cuenta este constante acoso, expolio, represión cultural, falsificación histórica y demás argumentos que, según los separatistas, infligían al pueblo catalán los diferentes gobiernos de España desde 1714, independientemente de su ideología y legitimidad histórica? Pues sencillamente porque no han existido nunca esos falaces condicionamientos. Ni siquiera en el franquismo, con cuyos fundamentos, muchas personalidades, algunas de ellas posteriormente identificadas como militantes bien conocidos de CiU y otros partidos catalanes y catalanistas, colaboraron de forma fehaciente y activa con el régimen del dictador. Veamos algunos casos: Miguel Montañana, diputado de CiU en las elecciones catalanas de 1984, fue nombrado alcalde de Lérida por Franco en 1974 y confirmado después por Arias Navarro. Fue además Consejero Nacional del Movimiento. Enrique Olivé, diputado autonómico por CiU en 1980; designado por Franco alcalde de Tarragona entre 1949 y 1954, justamente los años más duros de la dictadura. José María Coll, diputado al Parlament por CiU en 1984 y reelegido en 1988 y uno de los organizadores más significativos del aquelarre independentista del pasado 11/S, fue nombrado alcalde de Sant Celoni debido a su inquebrantable fidelidad al régimen franquista entre 1959 y 1966, ayuntamiento donde ya ostentaba el cargo de concejal desde 1954. José Torrás Trías, cabeza de lista en las elecciones catalanas por el PSC quien en su día fue combatiente en las filas franquistas, cuyos méritos le llevaron al nombramiento de alcalde de Badalona en 1961. Juan Guich y Bech de Careda, elegido en 1977 diputado por UCD por Girona, fue, entre otros muchos cargos franquistas Consejero Nacional del Movimiento y Procurador en Cortes de Franco, así como Delegado Nacional de Educación Física y Deportes en sustitución del también catalán Juan Antonio Samaranch Torelló. Éste último, además de dicho cargo, ostentó otros muchos en el régimen franquista como concejal en el Ayuntamiento de Barcelona (1954-1962) y procurador en cortes (1964-1977). Se le atribuye la famosa frase “Soy franquista cien por cien”. Realmente a muchos catalanes nacionalistas de pro, no les fue muy mal en el franquismo, ni, posteriormente, parece ser que tampoco. Igual podríamos decir del Barça, club santo y seña del independentismo que pasó de otorgar la medalla de oro y brillantes al dictador en agradecimiento a los extraordinarios favores recibidos , a colaborar con el aquelarre separatista actual y… dejémoslo ahí.

Cuando el separatismo catalán promueve una consulta parcial ciudadana dirigida al pronunciamiento de los catalanes sobre su deseo de permanencia, o no, dentro del territorio nacional español, vulnerando el precepto constitucional establecido en el artículo 1.2 de nuestra Carta Magna, también olvidan que en el rol de los siete ponentes del documento figuraban dos catalanes, uno de ellos Miguel Roca y Junyent, todavía militante de CiU, lo olvidan, o lo vienen a efectuar a sabiendas de que lo hacen mediante un concepto trampa consistente en la contabilización de treinta y tres años de manipulación histórica y cultural ejercidos sobre la ciudanía catalana por mandato de la Generalitat sobre las estructuras de enseñanza de los colegios de primaria catalanes y desarrollada posteriormente en los de secundaria (nunca solventará suficientemente el Estado el gravísimo error padecido a consecuencia de delegar éstas competencias, conociendo la voluntad manipuladora de algunas autonomías).

Dicha política establecida desde la propia entrada al poder de Jordi Pujol y Solé hasta nuestros días, ha venido consistiendo de forma tan sistemática como persistente, en la implantación de un auténtico “machaqueo” con el que se ha venido adiestrando a la juventud catalana desde el periodo de la transición democrática. En consecuencia, la presión cultural ejercida mediante el chantaje sobre la lengua y la historia, les llevó hasta obviar mensajes de intelectuales catalanistas como el de Josep Plá quien teorizó sobre el particular mediante pronunciamientos como el siguiente: “A largo plazo, sin duda, una lengua no se puede defender políticamente, es decir, mediante leyes, castigos y premios. Una lengua sólo puede sobrevivir si la gente la defiende en su vida diaria, sin designio, ni esfuerzo expreso, reconociéndose en ella, y eso es muy difícil sin una literatura y un periodismo que interesen a una mayoría de los que pueden hablarla y entenderla”.

Ya manifesté en su día que a mí, en lo personal, me da lo mismo que los catalanes se mechen, se queden o se pongan de perfil, pero hagan lo que hagan que sea con la verdad, sin subterfugios, falacias ni medias tintas. Con la verdad y sin hipocresías. Que muchos españoles estamos más que hartos de situaciones como las que evidencian. Situaciones mediante las que con una mano, los separatistas levanten su dedo para acusarnos de “cortabolsas” y con la otra la extiendan con la intención de recoger más de 5.000, de los 18.000 millones de euros previstos por el Estado en el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), para ofertar liquidez a la totalidad de las 18 comunidades autónomas españolas, de cuyo monto ya les han sido otorgados un total de 3.288 millones. No casa bien una cosa con la otra. Ya está bien de victimismos falaces y acusaciones impropias. Lo dicho, los motivos son mas espurios que la objetiva realidad que ellos ocultan y transforman. En consecuencia, corresponde al Estado y, subsidiariamente a su Gobierno, el deber de poner las cosas en su sitio y para ello gozan de los mecanismos suficientes establecidos en una Constitución que algunos califican de vetusta con apenas 35 años de vida, La Carta Magna norteamericana acredita actualmente 226 años de existencia y está tan intensa y fresca como al principio, simplemente porque han sabido mantenerla activa y además respetarla. Sencillamente con que nos aviniésemos a hacer lo mismo, seguro que recuperaría toda su vigencia, juventud y lozanía perdidas, no necesitaría mucho más.

Julián Sánchez

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