LA BITÁCORA DE BRAUDEL / JCPG
1.- El colectivo de los profesores se halla inquieto con algunos de los últimos movimientos en el tema de la educación. No es que seamos especiales, ni mucho menos, pero nos preocupamos y damos vueltas a problemas que nos atañen o que pueden afectarnos en un futuro. En esto nos parecemos a cualquier otro grupo de esta sociedad.
El Libro Blanco del profesor Marina ha sembrado muchas inquietudes. No tanto los siete años de MIR educativo, que para muchos son una monumental barbaridad. Especialmente las inquietudes giran sobre la evaluación. Discutir que los propios profesores seamos objeto de evaluación sería insensato. Cada uno de nosotros es como es, hace las cosas lo mejor que sabe; pero todo esto no garantiza que las cosas marchen bien en las aulas y que los chavales realicen efectivamente el aprendizaje adecuado. El problema más potente el cómo se realizará la evaluación: ¿resultados? Si el sueldo de un profesor depende de la cantidad de aprobados que obtiene, ¿en serio creen que algún alumno suspenderá?
2.- Me asustan los gurús de la educación que pretenden descargar contenidos en las mochilas de los currículos educativos. Si el sistema ya es de sí absolutamente estrambótico al tener en Secundaria nada menos que una docena o más de asignaturas, todavía se oyen voces que claman por la introducción de otras nuevas.
3.- En un tiempo en el que el pensamiento y lo humanístico parecen dejarse de lado en aras del cientifismo puro o el vacío economicismo, la pedagogía habla sin complejos de «crecer como personas». Siempre que me encuentro con esta expresión, me pregunto: ¿cuáles serán las personas de referencia, las personas crecidas? Dado que, por lo visto, crecer como personas es factible, no estaría mal que nos las presentasen. Sía interesante conocer a estas personas crecidas. Mucho me temo que la raíz del problema es siempre el mismo: nos gusta jugar, no estudiar. Pero también nos gusta conocer, saber; y a veces para llegar al conocimiento es necesario esforzarse, y mucho. Pero, dirán algunos, ¿por qué dejar que los conocimientos nos amarguen la vida? Mejor “gamificar” la educación. La palabrita anterior es, naturalmente, un préstamo de lo anglosajón; para entendernos: haga usted juegos en su clase para que sus alumnos aprendan jugando.
No está mal el juego. Siempre que tenga sentido y produzca el resultado esperado en el conocimiento. Pero, ¿qué pasa si tales juegos sólo sirven para ver pasar el tiempo, ser un profe güay y no producir conocimiento o poco conocimiento?
4. – Volviendo al profesor Marina. Hay quien le acusa abiertamente de chaqueterismo político. Que si antes estuvo intentando escalar con Zapatero y ahora se ha pasado al PP. Las mismas cantinelas de siempre. Marina es un filósofo solvente. Como todos, puede caer mejor o peor. Pero es solvente. Sorprende sin embargo que siempre caigamos en lo mismo: el maldito maniqueísmo cainita que está arruinando el futuro de nuestro país.
En Los Ruices, a 17 de diciembre de 2015.