“Edu… ¿Qué? Educación.” “Ambi… ¿Qué? Ambiental.”
EDUCACIÓN AMBIENTAL
Si hubiéramos hecho los deberes, no nos veríamos como nos vemos. Parece que nos cansa escuchar el tema, nos aburrimos, se nos olvida, nos suena como un disco rayado y nos acostumbramos, dando normalidad a una situación que vemos ya las consecuencias claras, sufriendo temporales cada vez más radicales donde claramente la tierra está enfadada, muy enfadada, necesita exterminarnos. Ella seguirá, ella sobrevive siempre, somos nosotros los que no tenemos cabida, a no ser que cambiemos nuestros malos hábitos ya.
¿A qué tema me refiero? Al cambio climático, que si el efecto invernadero, que si la deforestación, que si los plásticos… ¡Perdonad que insista! Pero creo que no nos cansamos de escuchar malas noticias en los telediarios, demasiadas sobre mujeres muertas y sobre una política revenida como un queso podrido. En cambio, el tema de nuestra vida sobre la tierra, de la muerte prematura de nuestra gran casa, de este hermoso planeta, sólo suena cuando va a suceder algo a nivel mundial como una cumbre, o si los jóvenes se juntan para exigir un futuro que se les está arrebatando delante de sus propias narices. Aunque llegamos tarde, es mejor comenzar a enderezar los pasos y llegar a mejor puerto del que se prevé si no actuamos ya.
No es fácil cambiar algo de lo cual no se es consciente que se debe cambiar…por eso, el título de este artículo. Se hace necesaria más que nunca la EDUCACIÓN AMBIENTAL. Y no es sólo cosa de niños, es cosa de todos los que estamos actualmente vivos y devorando los recursos como termitas.
Esta actitud amarillista viene a colación del día de la Educación ambiental, el 26 de enero nos recuerda que tenemos que retomar los deberes, que cada uno es responsable de cómo vive, cómo consume, cómo compra, cómo gasta y cómo deja este planeta.
Os animo a retomar conciencia, seguir profundizando y formaros en este tema tan olvidado y a la vez, tan necesario. Si aprecias algo tu vida, intenta realizar algo que mejore tu entorno ambiental: reduce basura, recicla, planta un árbol, o dos, o tres…reutiliza las cosas, no compres todo nuevo a la mínima, y sobre todo acércate a mirarla. Sí, mírala, a ella, a la naturaleza. Porque cuando te paras un momento y la miras y la sientes, te envuelve. Y entonces tus emociones se equilibran, respiras profundo y sientes lo necesaria que es para ti. Somos naturaleza por eso nos sentimos tan bien nadando en sus colores y aromas. Si tienes la suerte de tenerla cerca, agradece toda la abundancia que produce durante siglos para ti, para nosotros. Si vives en ciudad, búscala en los jardines, en el cielo, en cada hierba que sale entre el asfalto, clamando libertad.
Nuestros niños cada vez disfrutan menos de ese privilegio, cada vez pasan más tiempo con su pantalla de móvil que jugando al aire libre y corriendo entre los árboles. La educación ambiental empieza en casa. Si tú la cuidas, ellos aprenderán a cuidarla. Y debe seguir en los colegios, con lecturas sobre historias que hablen de ésta temática, y así ser conscientes de la situación.
Nos queda grande la Educación Ambiental, no le damos la mínima importancia, no nos parece suficientemente necesaria, mientras los niños aprendan matemáticas, historia e inglés. Aun así, nuestra intuición está tocando a la puerta, y quiere pasar, para quedarse.
Os invito a leer un post que escribí sobre la sostenibilidad y la educación, y a conocer mis libros, con fondo de cuidado ecológico, con proyecto educativo para que llegue el mensaje a las aulas y se puedan realizar actividades, con el fin de concienciar a pequeños y grandes. ¡Regala sueños! Regala cultura que enseñe, lectura con valores ecológicos, regala vida.