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EL OBSERVATORIO DEL TEJO. JULIÁN SÁNCHEZ

Lo expusimos en su momento, la euforia de la Encuesta de Población Activa (EPA) de diciembre seguramente sería matizada con los datos de enero y, por desgracia así ha venido a ser. Los datos oficiales que nos facilitan ratifican la evidencia consistente en que el mes de enero de 2014 se ha saldado con un aumento de 113.000 personas en el nivel de desempleo registrado, así como un total de 171.000 personas menos afiliadas a la Seguridad Social respecto al mes anterior. Aun considerando que estos son los mejores datos desde 2007, dado que enero es un mes pésimo para el empleo en España como consecuencia de que, ni siquiera en la época dorada de la burbuja inmobiliaria España conseguía reducir el paro en este mes como consecuencia de verse el empleo condicionado por el fin de la temporada comercial navideña y la lejanía de la temporada turística, no podemos de modo alguno mostrar nuestra preocupación a consecuencia de no atisbar un despegue claro al optimismo emprendedor como consecuencia de los actuales elementos que continúan perturbándole.

Uno de los principales frenos al impulso de la inversión y el fomento de la misma viene a ser la carencia de financiación que todo emprendedor indispensablemente precisa. En éste sentido tras 60.000 millones de euros en ayudas directas obtenidos de los impuestos públicos, cientos de miles de avales, la creación de un  banco “malo” y la mano de Draghi, quien desde  BCE propicia una bajada sustancial del precio del dinero hasta situar los tipos al 0,25%, los bancos siguen escatimando el crédito, subiendo sus tipos y encima alardean de beneficios gran parte de ellos generados de forma artificial, por haber sido obtenidos mediante la especulación con nuestra deuda pública y también mediante las ayudas con dinero de los contribuyentes y, además de ello, mostrando una notable incapacidad en orden a atajar las tasas de morosidad creciente.

El otro freno lo constituye el elevado nivel impositivo que el gobierno Rajoy ha venido aplicando a empresas y consumidores en general desde el mismo momento en que tomó posesión hace poco más de dos años. Hasta en cuarenta y una ocasiones aumentó nuestro gobierno la diversa cascada de impuestos hasta finales del pasado año y comienza el 2014 con otras nuevas subidas, especialmente a los autónomos. Este es el camino más corto para seguir penalizando el empleo como consecuencia de impedir las iniciativas inversionistas las cuales podrían ir haciéndose efectivas si economía decidiera asumir desde ahora mismo una sustancial bajada de impuestos en una proporción superior para volver a niveles de presión tributaria de orden personal inferiores a los que él encontró cuando asumió el poder; al menos en el IRPF. Hacerlo o no es la gran cuestión económica y electoral que tiene por delante Rajoy hasta el examen de 2015. La recuperación económica ha empezado, pero su consolidación puede depender de una buena reforma fiscal que reparta los estímulos a la demanda y la inversión.

La medida se hace imprescindible si tenemos en cuenta que la debilidad del mercado laboral sigue siendo extrema y el paso de los meses hace más doloroso e inasumible el efecto social del paro: De los 4,700.000  parados que había en diciembre, solo 2,700.000 cobran algún tipo de prestación. De los parados con derecho a cobertura, por haber trabajado anteriormente o porque cobran subsidio agrario, hay 1,700.000  que han perdido el derecho a cobrar algún tipo de prestación al agotarse los plazos máximos. En consecuencia la tasa de cobertura de prestaciones por desempleo queda en el 61,44%. El mismo indicador en diciembre de 2012 fue de 64,05%. La cuantía media bruta de la prestación contributiva percibida por beneficiario durante el mes de diciembre de 2013 ha sido de 829,8 euros, lo que supone una disminución de 34,5 euros sobre el mismo mes del año anterior ( un índice del -4,0%).

Pero la incógnita de futuro en el orden económico para nuestro país aparenta no despejarse, al menos de momento. Por una parte existe el criterio Montoro quien defiende su propia tesis convencido de la idea que supone la estimulación un consumo, que sigue sin movilizarse, lo que supone que a la gente hay que proporcionarle más renta disponible vía fiscal, y así recuperar franjas de recaudación. Pero que en absoluto puede incentivarse el ahorro a largo plazo, puesto que el régimen que tiene ya España es demasiado generoso en tal materia, en consecuencia podemos irnos olvidando de que nos vayan a bajar el IRPF debajo del 50%, o de que van a incrementar las deducciones por ahorro o los tipos sobre los rendimientos del capital. Olvídense. Lo único que parece atisbarse viene a ser algo en referencia a deducciones familiares, sobre todo por hijos, otra cosa no parece factible.

El reverso de la moneda aparenta inspirarlo Guindos que elucubra una versión sobre el particular totalmente opuesta a la de Montoro, por lo que no tiene inconveniente alguno en hacer público su pensamiento consistente en que la recuperación únicamente puede hacerse efectiva mediante una sustancial bajada de los impuestos tanto al consumo como al ahorro. Más concretamente en una entrevista concedida recientemente al diario económico Cinco Días se manifestó del siguiente tenor: «Un sistema fiscal no es recaudar; es generar los estímulos precisos para movilizar las decisiones de los contribuyentes. El ahorro es la capitalización de la economía, y tiene que estimularse, y, desde luego, las tarifas del IRPF tienen que volver a niveles al menos iguales a los que Rajoy se encontró el día Nochebuena de 2011, cuando llegó al Gobierno: Ese es el compromiso del presidente del Gobierno«.

En consecuencia el dilema lo tiene Rajoy: ¿Cuál de las dos teorías asume? ¿Qué camino debe establecer? ¿A cuál de los dos ministros debe enviar a casa?. Porque evidentemente con estas disparidades de criterio sobre idéntica materia uno de los dos sobra en el gabinete. Lo cierto es que a Mariano Rajoy ya no le queda el menor margen de equivocación, tiene que acertar sí o sí porque el bienestar y la situación de muchas familias en nuestro país no le permiten ni el más mínimo error. O acierta o el caos y, consecuentemente, este país no puede ni debe ya permitirse el lujo de intentar recaudar a nivel de Alemania y obtener un nivel de servicios como Grecia, es algo que ni por parte del más condescendiente se podría tolerar ni un solo minuto más.

Julián Sánchez

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