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LA BITÁCORA DE BRAUDEL / JCPG

La realidad es muy cansina, y nos espera un tiempo canicular de repique constante de la campana política. La literatura es bastante más divertida, renovadora y fortalecedora de las neuronas. El telediario, la radio y la prensa causan cansancio y fatiga. Siempre la misma matraca de una política cansina, cansada de ella misma y tremendamente agotadora. Tertulianos absurdos en sí mismos, empeñados en defender a “su” partido hasta tal punto que parecen seguir casi al pie de la letra las consignas emitidas desde la cúpula de mandamases de la formación política. Están por todas partes, muchas veces los mismos, en la tele, en las radios, en Internet, unos nuevos dioses de la opinión.

Seguramente uno de los asuntos más graves de todo esto es la manipulación de la opinión llamada pública. Alguien podría ayudarme a encontrar una emisora de radio, una tele o un periódico verdaderamente libres. Porque todos hacen gala de su independencia, pero no hay más que seguirlos un poco para darse cuenta del pie de que cojean. Además, cada uno de nosotros pone la radio, la tele o lee el periódico que le va. Este “le va” está relacionado con aquellos de “esto es lo que quiero oir”; es como si ya supiera qué es la realidad y ahora quisiera que me la pintaran de otra forma. Esto es, que pongo la emisora que encaja mejor en mis ideas, donde salen los políticos que me agradan y menos los que me desagradan. Este tema es uno de los más problemáticos actualmente, y debería ser objeto de reflexión.

Siempre me interesó la política. Para qué ocultarlo, sigue interesándome, me interesa la causa colectiva, el bien común, los debates que conciernen a nuestro bienestar y nuestra organización como sociedad. Ahora, eso sí, confieso no haber leído en mi vida un programa político, porque lo he encontrado pura retórica vacía, palabras hechas para llenar papel o pantallas de ordenador y, especialmente, un texto destinado a ser contravenido a las primeras de cambio, en cuanto el partido en cuestión entra al poder. Vamos, que estas lecturas me han parecido siempre un acto inútil.
Pero la realidad se nos mete en casa a cada instante. Se mete por la tele y por la radio. Es poner la radio bien temprano, y ya han empezado las consignas políticas. Como los noticiarios actuales transmiten casi literalmente las consignas de los partidos, sin casi el más mínimo atisbo de posición crítica, pues parece que estás oyendo a Iglesias, a Sánchez y a Rajoy. Y esto es demasiado cansino.

Dan ganas de desajenarse. Es una palabra interesante y muy curiosa. En el Dicccionario Yeves (pág. 162) viene definida como “Dejar de preocuparse por alguien o por algo”. Es decir, que dan ganas de dar un portazo y largarse. No tengo dineros en Panamá, y, aunque, me agradaría visitar la tierra que aquellos españoles del XVI pisaron buscando oro y el paso continental, poca cosa más se me ha perdido.

Resultado. Tendré que aguantar aquí y hacer mi propia desconexión (una palabra de moda últimamente, aunque empleada como eufemismo, que es también una práctica muy en boga en nuestra sociedad: huir de las palabras que designan la realidad con la certeza de la saeta que da en el blanco, para sustituirlas por otras palabras que van ronroneando sobre esa misma realidad).

En Los Ruices, a 11 de mayo de 2016.

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