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EL OBSERVATORIO DEL TEJO/JULIÁN SÁNCHEZ

Cuando no existen las ideas, ni la capacidad para llevarlas a cabo, surge como relevo la demagogia. Supongo que, a estas alturas de la tienta, a muy poca gente le quedará alguna duda de que en estos momentos contamos con la “pléyade” de políticos más incompetente, lerda e impopular de toda la historia de la democracia española desde el mismo momento en que se inició la transición democrática. Dejando aparte la corrupción (que para esto sí que han estado capaces) y salvaguardando la buena voluntad y esfuerzo de la mayor parte de ediles municipales sacrificados al servicio de la gestión municipal de su medio, el político, lejos de ser estimado como el genuino representante de la voluntad popular, se ha convertido por méritos propios en la rémora machacona aparentemente establecida para obtener los rendimientos inherentes a sus propias aspiraciones, todo ello mediante una actitud más propia del despotismo ilustrado que la de satisfacer los verdaderos intereses y criterios del conjunto de la ciudadanía a quienes dicen y deben representar.

Cuando las ideas no fluyen, surge inapelablemente la demagogia como ideario. En consecuencia, las ocurrencias germinan como fuentes de razón. A estos efectos, si no fuese por la anilina de dramatismo que la circunstancia atesora en su fondo y forma, la cosa podría tomarse un poco a chacota, pero como la realidad viene a ser que todo esto deviene de una seriedad y dramatismo más que manifiestos, simplemente el hecho de haberse producido origina verdaderas nauseas. La señora Manuela Carmena, incomprensiblemente designada alcaldesa de Madrid, tuvo la ocurrencia, no exenta de cierto gracejo, seguramente para ella (lo manifestaba sonriendo y agitando sus sonoras pulseras), de felicitar a los subsaharianos que saltaron la valla de Melilla animándoles a que vayan a Madrid simplemente por ser los más “valientes”.

Parece ser que a la señora Carmena únicamente le interesan los valientes, y ¿Qué sucede con los que lo son menos?, ¿no tendrían derecho también a algo mejor? A mí como ciudadano me gustaría conocer los planes o alternativas que atesoran la señora Carmena y su variopinto equipo de gobierno para efectuar este tipo de llamada a las personas, simplemente por la condición de personas a los que se llama. Y ¿con que alternativas cuenta esta señora y sus compinches de gobierno para ofrecer, al menos, una vida digna a todos ellos? ¿Acaso un puesto en la puerta de cada supermercado vendiendo “La Farola”, tal y como estamos observando ahora mismo? ¿Un espacio en las aceras para practicar la mendicidad? O, ¿acaso mano de obra gratis para las mafias ocultas dominadoras del denominado “Top manta” propiciando una vida de trabajo sin derechos, próxima a la miseria, y haciendo la competencia desleal a los pequeños comercios quienes sudan cada día tinta china para no bajar la persiana de forma definitiva? ¿Son esas las alternativas que mueven a Carmena a lanzar su demagógica llamada?

Lo cierto y verdad viene a ser que, si no hubiese sido por la entrega y solidaridad de Cáritas, entidad por cierto no muy apreciada por el entorno ideológico de la señora Carmena, los problemas de estas personas hubiesen sido más que irreparables y los dramas sociales indignos de una sociedad civilizada.

La propia Asociación de Policía Municipal Unificada de Madrid (APMU) ha salido al paso de las ocurrencias de Carmena denunciando en un comunicado esta circunstancia manifestando su desacuerdo con “la política contradictoria, del efecto llamada que puede producirse, la cuasi legalidad de la venta ambulante no autorizada y la posible imagen de Policía Municipal como represora, cuando está realizando unas funciones en el deber del cumplimiento de las leyes, seguridad ciudadana y derechos de los consumidores».

La AMPU también manifiesta que “el Ayuntamiento está errando en su política de actuación contra los vendedores ambulantes» ya que la paralización del citado plan puede conllevar «alteraciones de orden público y un grave riesgo en las actuaciones que la Policía Municipal realiza en cumplimiento de las ordenanzas de prohibición de venta ambulante no autorizada e infracciones al Código Penal en delitos contra la propiedad intelectual e industrial». Y también que la parte social de la política no puede estar por encima de la policial, sino que “ambas deben ir a la par y complementarse».

Seguramente tanto a Madrid, como a los madrileños y a los que allí confluyen, independientemente del color de su piel o lugar de proveniencia les podría ir mucho mejor si a la señora Carmena y sus confluencias no le hubiese dado por el capricho ideológico de paralizar las inversiones previstas y listas para ejecutar, las cuales han quedado suspendidas sine díe y algunas de ellas de forma plenamente irreversible, simplemente bajo la única inferencia de que “no les seducen”.

Más de 160.000 puestos de trabajo paralizados y miles de ciudadanos cogidos en sus ahorros y perspectivas a consecuencia de dicha paralización.  Ni la operación Chamartín, con su promesa de generar 120.000 empleos, ni la Mahou-Calderón (sin plan de evaluación de creación de puestos), ni la ampliación del Bernabéu (3.000 empleos), ni el Edificio España (6.200 puestos) saldrán adelante como sus inversores planearon. Tampoco de la operación Campamento, que proyectaba 30.000 empleos y que estaba en estudio por Wanda, no se ha vuelto a saber nada.

Risa, si no espanto, me produce a mí el escuchar al populismo hablar de gobiernos de “progreso”. Progreso ¿de quién? ¿Para quién?, ¿para quienes hace cuatro días se encontraban paseando calles u ocupando ilegalmente el producto del trabajo de los demás y hoy se constituyen en concejales, diputados, senadores, asesores y demás patulea con sueldo de ministros? ¿Para esos es el remembrado progreso? Pues esta casta ya la conocíamos, no nos ha llegado nada nuevo al respecto.

Pero eso sí, las calles de Madrid constituidas en un auténtico estercolero y ni de lejos se percibe solución de continuidad a este terrible problema. Y ahora nos preguntamos: ¿Quién y bajo qué premisas u objetivos mantiene a esta amalgama de incompetentes en ayuntamientos de las ciudades más importantes de España? Pues ahí está la cuestión, que conteste quien se sienta aludido y nos resuelva esta incógnita. Seguro que respuesta la habrá, o ¿acaso no?

Julián Sánchez

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