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EL OBSERVATORIO DEL TEJO / JULIÁN SÁNCHEZ

Los grupos políticos que supuestamente más intención de voto impelen, ya comienzan a enviar sus exposiciones programáticas más sugerentes a la hora de captar el voto supuestamente más famélico. Pedro Sánchez (PSOE), anuncia que si llega a presidente del ejecutivo nacional habilitará una partida de 6.000 millones de euros anuales dirigida a la creación de una prestación no contributiva para poner en marcha una Renta Mínima Vital.

El Partido Popular le contesta que dicha propuesta no tiene la menor credibilidad y que lo verdaderamente factible viene a ser, a este respecto, la denominada agenda social que promete el PP llevar a cabo en los próximos meses, para la que cuenta al menos con 2.000 millones de euros, que son los que se ha ahorrado el Estado al reducirse las prestaciones por desempleo entre en esa cantidad entre enero y mayo.

Ciudadanos, se estira un poco más en la cuestión, anunciando que las medidas que ellos proponen tendrían un coste de 7.723 millones de euros, que pretenden financiar a partir de una reforma de la administración y eliminación de las duplicidades que esperan que reporte en un escenario conservador 5.000 millones de euros a las arcas públicas.

Y con respecto a Podemos, lo último que se conoce viene a ser, según el modelo propuesto por la Red de Renta Básica, últimamente revisado, pero todavía no retirado, que se establece un pago anual de 7.968 euros para los mayores de 18 años, y de 1.594 para los menores. Esas cantidades significan 664 euros mensuales. Los costes anuales supondrían alrededor de 115.000 millones de euros.

La irresponsabilidad de los actuales y, supuestamente, futuros mandatarios políticos no pueden quedar más en evidencia en el tratamiento de estas cuestiones. ¿Dónde se creen que están y que disponibilidades económicas piensan ostentar a la hora de efectuar tan a la ligera los ofrecimientos económicos?

No es que no consideremos plenamente necesaria el establecimiento de una política social efectiva para atajar determinadas y vergonzantes desigualdades sociales, lo que sucede es que en todo presupuesto público o privado, lo importante es su cuadratura o concordancia y luego realizar sus formulaciones.

A la hora de prometer, Syriza no tuvo empachos en Grecia, ni tampoco a la hora de proponer a los ciudadanos determinada actitud ante un referéndum y luego adoptar la vía contraria a la sugerida por la mayoría de la ciudadanía. Actitud ésta que luego el propio Alexis Tsipras, como también su homólogo en España Pablo Iglesias justificarían bajo el alegato de que “no existía otra solución”. Bueno pues, si no existía otra solución, porque no la propusieron a los ciudadanos en primer y único término y así se hubiesen evitado situaciones tan desagradables como el “corralito” y el mayor deterioro de su ya depauperada economía.

Ahora en este país nuestro, lo importante para nuestros políticos va a ser la atracción del voto ciudadano para cada cual en las próximas elecciones parlamentarias. Por lo tanto vía libre a la abundancia; bajadas de impuestos (quien tenga atribución para hacerlo), fondos para subsidiar y derroches hasta donde haga falta. Pero ¿realmente esta gente conoce el jardín donde nos están metiendo? O ¿son tan irresponsables que no llegan a medir las terribles consecuencias hasta donde su irreflexiva actitud puede propiciarnos a toda la ciudadanía? ¿Conocen acaso cual viene a ser realmente nuestra situación económica actual o prefieren dejarlo para mejor ocasión?

Comencemos por el endeudamiento presupuestario. Según datos facilitados por el Banco de España, nos muestran que la deuda pública española se incrementó en 6.283 millones de euros en febrero, en 13.295 millones en el primer trimestre y en 51.317 millones en un año, como consecuencia del fuerte déficit público que aún mantiene España, uno de los más abultados de toda Europa.

Al cierre del primer trimestre de 2015, el endeudamiento del conjunto de las Administraciones públicas marcó un nuevo récord en términos absolutos con 1,047 billones de euros, continuando la reseña de los datos que facilita el propio Banco de España.

Con dicho incremento del primer trimestre, la deuda pública ha aumentado ya en 303.620 millones desde diciembre de 2011, cuando llegó al poder el Gobierno de Mariano Rajoy. Durante las dos legislaturas de Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, la deuda pública creció en unos 350.000 millones de euros.

Si efectuamos un comparativo sobre el incremento de la deuda en relación con el producto interior bruto (PIB), el aumento ya es mayor en la etapa de Rajoy que en la de Zapatero, de cerca de 30 puntos frente a los 22 puntos que se incrementó en los siete años y medio de Gobierno socialista.

Y ¿Por qué estamos llevando una política de desmedido endeudamiento? Pues, como consecuencia de la estrategia mal entendida del BCE de contención de tipos de interés, efectuada mediante la idea de facilitar la inversión productiva, que algunos gobiernos, como el español, están aprovechando para financiarse a coste cero o, inclusive a coste negativo, tal y como hemos podido comprobar en las últimas subastas de valores del estado. Ya se sabe, pan para hoy, desastre para mañana.

Y ahora pasemos al otro extremo del bastón, o sea, el controvertido tema del déficit. Es esta materia, habremos de recordar la realidad de que el presupuesto de 2014 se cerró por parte del Gobierno Rajoy contabilizando unos 10.000 millones menos de recaudación de lo previsto y ese error se arrastra al presupuesto de 2015. En consecuencia, para el presente ejercicio presupuestario, el Gobierno se comprometió con Bruselas en reducir el déficit en unos 15.000 millones, pero la tozuda realidad refleja que ya en el primer trimestre, dicho, déficit, no únicamente no ha experimentado reducción alguna, sino que ha seguido aumentando sin control alguno.

Pese al descontrol apuntado del déficit por parte de nuestro Gobierno, todavía pretenden sorprendernos mediante su rebaja maravilla del IRPF prevista para el año próximo, pero adelantada en seis meses en términos estrictamente electoralistas, no queriendo considerar que dicha rebaja necesariamente habrá de provocar una caída adicional de otros 5.000 millones en la contabilización del déficit público. El mayor problema es la Seguridad Social con un agujero de 25.000 millones y cuyos ingresos crecen apenas en un 1%. Por eso Montoro no para de meter la mano en la ya famélica hucha para atender sus perentorias necesidades financieras.

Y ¿qué puede suceder al respecto en cuanto la situación de Grecia alcance una vertiente medianamente estable? Pues que las miradas de la U.E se van a volver para necesariamente hacia nuestro país para exigir a España cumplir estrictamente sus objetivos de déficit. Por lo tanto, el próximo Gobierno, sea del color o ideología que sea, aunque sea otro “batiburrillo” de siglas populistas, o hace una dura reforma fiscal para subir la recaudación, o reduce la maraña improductiva de duplicidades y privilegios, o habrá más recortes de sanidad, educación y pensiones. Si gana la derecha será más proclive a recortes y si gana la izquierda a subir la recaudación. Pero la vía de la reducción de “michelines” no se atreve a abordarla nadie y los hechos los hemos comprobado mediante la continuidad de las diputaciones tras las elecciones locales y la del inútil Senado para las que van a venir. De las empresas públicas improductivas ya ni se habla.

Si la vía elegida es aumentar impuestos, no sería vano recordar que ya existen empresas en el Ibex 35 las cuales  están considerando trasladar su sede fiscal a otro estado de la Unión Europea. A éste respecto se podrán alegar marices de insolidaridad, pero no de legalidad, pues ésta circunstancia está legal y reglamentariamente prevista en los tratados europeos.

En consecuencia, para asegurar la factibilidad de políticas sociales efectivas y sostenibles, que nuestros políticos se vayan acostumbrando a explicarnos diáfanamente de qué forma piensan sacarnos previamente del avispero de la deuda, mediante el desarrollo una política sostenible sobre el control del déficit público. Si, como es razonable, se propugnan políticas destinadas al control de las desigualdades, que estas vengan de la mano de la reducción de privilegios y estamentos parasitarios, que haberlos los hay en cantidad preeminente pero, una de dos, o reducimos el endeudamiento mediante el control del déficit y lo demostramos a instancias superiores, o seguramente los próximos que vamos a hacer colas frente al cajero de turno vamos a ser los españoles/as y, entonces vamos a recibir políticas de igualdad, pero por debajo de nuestros pies.

Con los temas de la deuda no existen conceptos de izquierda o derecha, o muestras seguridad en cumplir tus compromisos, o te envían a la miseria. Tras los últimos acontecimientos no podemos alegar ninguna ignorancia en la materia, a no ser que creamos a estos profetas de la verborrea demagógica que primero te invitan a manifestarte en un sentido, para luego emprender el camino contrario. Esta es la auténtica cuestión, una cosa es lo que unos y otros vienen predicando y otra el trigo del que disponemos en el granero.

Julián Sánchez

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