Requena (23/05/17) .LA HISTORIA EN PÍLDORAS
Ignacio Latorre Zacarés
“A la orilla del río / sembré melones / nacieron calabazas / recogí coles” La Portera.
“Como sé que te gusta / el arroz con leche / por debajo la puerta / te echo un adobe.” Venta del Moro.
Hace dos semanas (cuando esto se escribe) tuve la agradable sorpresa de que mi programa favorito de radio, que no es otro que “Documentos” de Radio Nacional (les recomiendo vivamente sus audios en http://www.rtve.es/alacarta/audios/documentos-rne/), le dedicaban su sesión semanal a la trayectoria de Tip y Coll. No es poco, porque en este programa han desfilado programas como las guerras carlistas, la revolución cubana, Cervantes, García Márquez, la Constitución de Cádiz, Sorolla, Unamuno… La pareja conquense-valenciana fueron unos verdaderos maestros del humor del absurdo y uno sigue disfrutando con sus guiones imposibles.
Lo confieso, siento debilidad por el humor producto del absurdo que frecuentaban genios como Gila y que retomaron Faemino y Cansado. Sus diálogos imposibles y surrealistas gratifican con el efecto sorpresa de lo inesperado.
La película de José Luis Cuerda “Amanece que no es poco” me pareció una genialidad cuando la vi y me alegro de que haya sido elevada a categoría de culto. Paisanos labriegos que filosofan y leen a Faulkner; lugareños que vitorean al alcalde proclamando que él es necesario y la gente es contingente; hombres plantados en huertas para que broten como si tomates fueran y amaneceres por el poniente. Para más inri, actúa mi añorado Luis Ciges, un magnífico actor secundario español (sobrino de Azorín e hijo del escritor Ciges Aparicio), que era asomarse por la pantalla y perpetrar una genialidad absurda. Últimamente, este humor surrealista se ha vinculado con lo manchego dentro de esa tradición popular de la copla o chiste absurda.
Y también en la comarca se ha cultivado y cultivan esas perlas de ingenio popular como ésta de Hortunas:
“Por la calle van vendiendo / una camisa sin mangas / sin pechera y sin botones / y sin tela en las espaldas”.
O ésta de Jaraguas que no hay por dónde cogerla:
“Por debajo la cama / se siente un ruido / serán las aceitunas / que están sin agua”.
Uno aún se acuerda cuando a altas horas de la noche venturreña, cuando los licores libados estaban en pleno afecto, Victorio Cárcel “el de la Germana” recitaba el famoso “Crimen de Cuenca” en su versión absurda comarcana:
“En una fría noche de invierno / cuando más calentaba el sol / una maná de gorrinos / revoloteaba de flor en flor. / El pastor ciego que los guiaba /completamente desnudo / y con la mano en los bolsillos / leyendo un periódico al revés / que así decía: / ¡Misterioso crimen de Cuenca! / Un niño de noventa y dos años / ha sido atropellado / por la rueda de un encendedor. / Moraleja: / de los árboles frutales / el mejor es el cenizo / que de sus raíces echa / mangas para los chalecos.”
Los maestros en la compilación de las coplas (entre ellas las que son producto del ingenio del absurdo) son Fermín Pardo y el recordado Feliciano Antonio Yeves, gentes de cultura tradicional y académica que siempre dejan un hueco para el humor.
La copla o cantar nos recuerda D. Fermín es la estrofa más abundante y más utilizada en los cantos tradicionales recopilados en nuestra comarca: jota, fandango, malagueña, aguilandos, cantos de cuna, de trabajos campesinos, mayos, etc. Suelen constar de cuatro versos octosílabos, de los cuales riman asonantados los pares, a manera de romance. Aunque, también se pueden encontrar coplas en las que riman los pares y los impares o que las rimas puedan ser consonantes como ésta de un suceso surrealista acecido en la calle del Cristo de Requena:
“Una burra parió un chino / en mitá la calle el Cristo / y la gente va diciendo / no lo he visto, no lo he visto”.
Feliciano apunta ésta de Venta del Moro donde la rima es nula, pero el ingenio máximo:
“Cuando veas que la luna / está en su cuarto creciente, / si la has mirado en domingo, / a otro día será lunes.”
Y es que a uno le gustan estas coplas absurdas, pero si además carecen de rima, pues aún mejor, pues el surrealismo se hace más visible. Vean ésta de Los Duques que ni tiene rima, ni se le espera:
“Entre Cuenca y Navidad / hay una piedra gordísima / el que tropieza y cae / es señal que no la ha visto”.
La carencia de toda lógica es característica de estas píldoras de la oralidad popular como la copla de Venta del Moro que está cerca del total disparate:
“Al pasar por tu ventana, / te vi la pierna y la liga, / y como ésta era encarnada, / el burro se me espantó.”
En Venta del Moro es difícil seguir una conversación sin que el gracejo, la socarronería y el recurso al absurdo no haga acto de aparición. Uno se acuerda cuando de jóvenes y sin venir a cuento finalizábamos un diálogo o perorata con la frase “y el médico lloraba” que uno nunca ha sabido de dónde venía y que no tenía nada que ver con lo dicho anteriormente, pero daba ese punto final a la conversación. También es muy corriente que cuando alguien se mete en medio de una conversación e inquiere ¿qué decís? o ¿qué ha pasado?, se le conteste sin venir a cuento: “una mujer de las Casas de Moya” (y si quieres saber algo, pues haberte enterado antes).
Sinsentido lo definen los estirados académicos de la RAE como “cosa absurda y que no tiene explicación” y un verdadero sinsentido es este cantar compilado en Hortunas:
“Un mudo estaba cantando / un sordo lo estaba oyendo / un ciego estaba mirando / y un cojo pasó corriendo / a cortarle el pelo a un calvo”
En Villar de Olmos también pasó un caso que es de relatar:
“Vamos a los toros / que hay mucho que ver / que se casa un hombre / con una mujer / el hombre está ciego / la mujer no ve / vaya unos toritos / ¡qué vamos a hacer!”
Ni San Isidro, el humilde labrador, se salva del absurdo surrealista:
“San Isidro Labrador / pájaro que nunca anida / no le pegues al muchacho / que ha apaecío la petaca”.
No busquen el “fundamento” a la cuestión que no la tiene. Igualico que la que sigue compilada en Venta del Moro:
“De los pájaros que vuelan, / el mejor es el gorrino, / que con el pico remueve / el aguardiente de orujo.”
Como se ve el cerdo, que es el animal nutricio más preciado en la comarca, es habitual de estas coplas en sus variantes de “gorrino” o “chino”.
A veces, el absurdo está acompañado de exageraciones hiperbólicas como la historia comarcana de “El ratón de Hortunas”:
“En la ciudad de Requena / cerca de Hortunas de Abajo / nació un ratón asombroso / de treinta varas de largo. / Las orejas parecían / aportaderas sin mangos / los ojos como lebrillos / la cabeza como un carro. / Los pelillos del hocico / lo mismo que pararrayos / y una vez detuvo el tren / con sólo extender el rabo / y los viajeros volvieron / a Siete Aguas con espanto” (y sigue y sigue).
Cuando la ronda se despedía, a veces emergía el “alborgazo”:
“En tu puerta planté un pino / y en tu ventana un clavel, / y en tu balcón una alborga; / ¡adiós que te vaya bien!”.
Pero ¿en qué situación un comarcano podía sacar a relucir una copla tan cogida de los pelos como la que sigue?:
“¿Qué es aquello que reluce / en un zafranar de “a dos”? / Es un “piazo” de tocino / Que está “atao” a un vencejo.”
Y así podíamos seguir ad infinitum con el ingenio absurdo comarcano. Volvamos a la pareja humorística con que se inició esta píldora. Tip le dice a Coll: “¿Tiene cerillas? / ¡Muy buenas! / ¿Cerillas, si tiene cerillas? / ¡Muy buenas! / Muy buenas ¿Que si tiene cerillas? / ¡Qué sí, que son muy buenas! / ¿Son de confianza? / ¡Yo las trato de tú!”.
Pero quizás el humor comarcano esté más cercano al manchego surrealista rural reflejado en la película “Amanece que no es poco”. Luis Ciges, que está en una moto sidecar con Antonio Resines, le dice a un paisano señalando a Resines: “Cuidao, que mi hijo es ingeniero y da clases en Oklahoma”; a lo que el lugareño responde con pasmosa naturalidad: “Pues yo creo… que me voy a sacar la chorra”.
Ahí lo dejo.