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LA BITÁCORA DE BRAUDEL / JCPG

Mundo urbano y mundo rural. En apariencia, pero sólo en apariencia, dos facetas completamente diferentes. En nuestra tierra, más que estar interrelacionadas, son, en realidad, la misma cosa. Requena y Utiel no son otra cosa que concentraciones de población rural, se han hecho de esta forma, está en su genética el gasón y la viña. Sin embargo, en determinados momentos histórico parece que esto no es así, o de una forma extraña acaba negándose desde su centro político. Cosas de los seres humanos, unos extraños organismos que a veces se empeñan en destruirse a sí mismos.

La carta de la alcaldesa pedánea de Los Ruices merece ser tenida en cuenta. No sólo porque se trata de mi aldea, sino porque da pie a realizar una serie de reflexiones oportunísimas en una tesitura histórica como la que vivimos, poco dada a la reflexión y demasiado caracterizada por las soluciones tajantes.

Algunos repararán simplemente en los datos. Por supuesto que los implicados negarán que las cosas sean así. Hasta aquí estamos ante lo habitual y previsible. Negar la evidencia es la única salida para los implicados en un caso de humillación y discriminación como el que comentamos. Los votos han puesto a cada uno donde los ciudadanos creen que deben estar. Quizás sea un desahogo, pero derramar las culpas sobre el liderazgo nacional es un deporte local que expresa una clarísima incapacidad para realizar la autocrítica mientras se escurre el bulto.

Estas dinámicas entre municipio y enclaves pedáneos, esto es, las aldeas, son muy vieja. La Carta Puebla, dada por el rey castellano Alfonso X en 1257, ya menciona claramente a Requena y también a sus aldeas. Utiliza en este caso el plural, mientras pasa por alto identificar cada una de esas aldeas, que para los historiadores siguen siendo un enigma. Las tensiones entre cabeza y miembros fueron muy tempranas y así, aprovechando unas circunstancias que a la postre resultaron favorables, Utiel pudo hacerse independiente en el siglo XIV. Hacia 1400, por tanto, la Meseta de Requena y Utiel (MRU) poseía dos municipios realengos, es decir, sujetos a la autoridad del rey; pero del rey de Castilla. Además, quizás sea interesante recordar que el fuero de Cuenca, formado en el siglo XII, y aplicado en Requena en el XIII y los siglos siguientes hasta modelar una práctica social, unas costumbres y unas mentalidades, define nítidamente lo que es un ciudadano: “çibdadanos vezinos llamamos s todos aquellos que son de la çibdad & de las aldeas que son escritos en el padrón, atenplantes, medianeros, caualleros & clerigos rrazoneros”. Sin más palabras.

En Requena, y es de presumir que en Utiel, las tensiones entre el municipio y las aldeas fueron numerosas: por los impuestos y su reparto; por el envío de soldados al ejército, por el ejercicio de la jurisdicción,…Pero la MRU tuvo que esperar a los siglos XVIII y XIX para que se formaran los diferentes municipios que hoy la conforman. Entre 1300 y 1700, la MRU no tuvo la población demasiado numerosa como para colonizar la tierra, establecer aldeas y poner en cultivo la tierra. Hoy existe una enorme cantidad de suelo cultivado; no es sino el fruto de un gigantesco proceso de colonización que arranca en 1700.

La colonización es la que dio lugar a nuevas aldeas y nuevos municipios, al hacerse independientes núcleos que antes eran dependientes de Requena. Esta villa, orgullosa, altanera, fue incapaz de retener en su seno a Camporrobles, Fuenterrobles, Venta del Moro, etc.

¿Se repite la historia? Sólo San Antonio tiene el potencial, al menos la plataforma, para reivindicar su propio camino. El precedente de los años 1930 está ahí. En realidad, lo que se repite es la estupidez humana. Del matrato y la humillación nace la insatisfacción y la protesta. Ya que estamos con la historia, vale la pena interrogarse sobre algo más: ¿ha existido algún tiempo histórico en el que Requena haya tratado con justicia a sus aldeas? Quizás nunca hasta la democracia; salvo aquellos momentos en que los grupos dirigentes, los grandes propietarios, los dadores de trabajo, tenían sus intereses en esas aldeas; y en este caso habría que tasar bien que es interés y qué justicia.

El proceso de cambio social y económico ha sido tan profundo que a veces pasamos por alto aspectos que son cruciales. Entre otras cosas, Requena -quizás menos Utiel, porque parece conservar en mejor forma su musculatura aldeana- ha crecido gracias al dinero y a la gente de las aldeas, de sus aldeas. Su gente vive hoy en Requena.

Por tanto, Requena y sus aldeas no son dos polos, sino la misma cosa. Históricamente esto es innegable. Negociación y consensos. Estos dos conceptos fueron las claves de la gobernación de un territorio durante siglos; un territorio extensísimo y con una población muy dispersa. Hoy Requena ha crecido con sus aldeas, ha crecido gracias a sus aldeas, les ha chupado su energía.

Bien. Ya no puede chupar más. Y está endeudada hasta las cachas. A la vista está que el modelo de concentración masiva de la población en un polo no es precisamente gratuito. ¿Cómo espera Requena crecer en el futuro? Puede hacerlo de dos formas. Una es la que ha seguido: olvidar su tejido aldeano; desde el punto de vista electoral tiene los réditos conocidos. Otra modalidad es incorporar las aldeas en un nuevo consenso capaz de crear un modelo de futuro: la villa con sus aldeas, dotadas de los servicios adecuados y marchando hacia el futuro codo a codo.

Se puede soñar, que es gratis y no aumenta la deuda. Pero también se pueden mirar a largo plazo y reforzar el tejido aldeano. Magdalena, la alcaldesa pedánea de Los Ruices, es un ejemplo de que las energías todavía existen en las aldeas. ¿Está dispuesta Requena a que sus aldeas se sequen irremediablemente? ¿Se han planteado esto los nuevos gobernantes o simplemente han colocado sus sonrisas y frases huecas en la sede del ayuntamiento?

En Los Ruices, a 8 de julio de 2015.

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