EL OBSERVATORIO DEL TEJO. JULIÁN SÁNCHEZ
Los Resultados electorales del pasado 25-M si algo han dejado en evidencia ha venido a ser la seguridad sin ambages de que en este país algo fundamental está cambiando y que, a partir de ahora, esto no va a seguir siendo lo mismo. No sabemos si el electorado ha escogido un camino concreto y directo para dirimir la realidad de su propio futuro, o más bien se trata de un aviso en forma de torpedo dirigido hacia la quilla de un pesado trasatlántico, cuyos tripulantes han venido estando más preocupados en realizar una travesía plácida y distendida hacia un destino únicamente diseñado para sus espurios intereses, sin tener para nada en cuenta los de un pasaje, al cual se habían acostumbrado en ir acomodando en los compartimentos de tercera, cuando no a abandonarlos en las tétricas y miserables bodegas del propio bajel.
En Europa el auge de los eurófobos y del radicalismo de ambos extremos, no ha sido más que una consecuencia que se suma a la tradicional abstención para dirimir que algo no se está haciendo bien en un continente llamado a ser emblema dentro del contexto socioeconómico mundial. El 20% de los votos cosechados en toda Europa por formaciones de puntos tan radicalmente opuestos como vienen a ser el “Podemos” español o el “Frente Nacional Francés”, éste último con un 28’9% de los votos contabilizados en su propio país, hacen presagiar que la opinión pública ha decidido lanzar su aldabonazo precisamente donde más va a doler, con el fin de hacer despertar unas conciencias más predispuestas a salvaguardar sus propios privilegios que a elaborar unas políticas más acorde con los intereses generales de una ciudadanía la cual ha visto en peligro hasta sus más elementales derechos a la propia subsistencia.
La inefable Ángela Merkel ha contestado a la nueva situación perpetrando una de sus habituales máximas: “El populismo y la demagogia se combaten creciendo”. Y Felipe González, se ha adherido a la soflama de la canciller alemana añadiendo la suya propia mediante la manifestación de que ”los resultados son difíciles de interpretar aunque sólo sea porque sus propios protagonistas únicamente saben que lo que hay no les gusta”.
Carlos Floriano (P.P.), justifica la situación restándole importancia, basando su impresión en la idea de que en cuanto se trate de elecciones a gobiernos endógenos la actitud será diferente. Y el número 2 de la candidatura popular Esteban González Pons, basa su propia visión en lanzar la pelota al tejado del PSOE declarando que “no cree que el bipartidismo esté llegando a su fin sino que el problema lo tienen los socialistas con Podemos, que a costa de votantes del PSOE e IU han logrado cinco eurodiputados”.
Evidentemente que la casta política no desea en modo alguno ver que su propia inacción ha provocado un índice de malvivir el cual ha llegado a sacudir hasta lo más profundo del tejido social en España y en Europa. Construir un sistema de convivencia social para todos cuesta mucho tiempo, mucho esfuerzo, mucha imaginación y talento y dicho sistema puede venirse abajo simplemente por la avaricia y el despropósito de unos pocos, los cuales han sido comisionados por la gran mayoría para propiciar su construcción y mantenimiento.
Las pocas cosas que son inherentes a la vida fundamental de las personas, tales y como vienen a ser el derecho a la educación y sanidad públicas, la vivienda, el trabajo, la seguridad y la ley y la garantía a una vejez digna, se ha puesto en cuestión para la gran mayoría quienes, por contrapartida, han venido asistiendo a un dispendio desmedido de recursos públicos en un cúmulo de corrupción y desconsideración de la casta hacia las necesidades básicas de los demás.
En nuestro país, tras la promulgación de la Constitución del 78, se inventaron una serie de “países” internos rodeados de una parafernalia insostenible de parlamentos, diputaciones, televisiones, embajadas, empresas públicas sin función ni objetivo, lujosos protocolos, ingentes parques móviles de marcas de lujo y unos auténticos rebaños de altos cargos y enchufados a porfía dilapidadores de unos recursos los cuales debieron ser dedicados en su mayor parte a satisfacer esa demanda social de donde procedían y que con tanta prodigalidad despilfarraban.
Muy al contrario, cuando la tan denominada crisis que provocaron los despilfarradores y corruptos se hizo más que evidente, la solución que adoptaron no vino a ser otra que el ahorro sobre el único bien social de que se disponía. En consecuencia la fórmula empleada vino a ser reducir pensiones, salarios, profesores, personal sanitario, asistencia social e investigación científica. Las autonomías, especialmente las separatistas, incrementaban sus esfuerzos y el dinero que negaban a las necesidades de sus ciudadanos para incidir, inventar o innovar las diferencias a fin de dejar clara la idea de no ser ni parecer españoles.
La indiferencia de las autoridades hacia el bienestar y los derechos intrínsecos de la ciudadanía que sostiene su privilegiado estatus de vida ha provocado la reacción hacia el abuso, hasta el punto de concebir la idea de que sus propias quejas dirigidas a organismos superiores y policiales han venido siendo tan inútiles como despreciadas, por lo que el desánimo les ha llevado a la rebeldía en forma de voto. Las grandes crisis que históricamente se muestran que en el siglo pasado se combatieron con éstas medidas, siempre provocaron la reacción de la democracia contra sí misma.
El sociólogo José Mª Maravall apunta un veredicto más directo: “Lo que se necesita es un proyecto para un gobierno que asuma responsabilidades: la UE es un extraño animal político en el que la responsabilidad de los líderes se difumina y la ciudadanía es incapaz de atribuir culpas y de castigar a nadie de forma coherente. Por eso suben los radicales”. Esa es una explicación más que razonable a esta situación.
En este mismo sentido Intermón Oxfam denuncia que las familias pagan un volumen de impuestos que casi multiplica por 50 del que aportan las grandes empresas y pide al Gobierno que acometa una reforma fiscal que permita financiar adecuadamente las políticas sociales tras los recortes. Según la ONG, las familias en nuestro país aportan al IRPF alrededor del 90% de la recaudación y las empresas el 10% restante, de éste porcentaje, menos del 2% lo tributan las grandes empresas. Y en lo referente al conjunto impositivo las personas físicas aportaron el 91,58% de la recaudación total del Estado mediante el pago del IVA, los impuestos especiales y el IRPF en 2011, mientras que las empresas solo contribuyeron con el 8,42% de lo recaudado (antes de la crisis sumaban el 20% de la recaudación total).
Esta es la situación a nivel general y si para concluir dedicamos una pequeña ojeada a nuestro municipio, podremos observar en el recuento electoral un nivel de abstención del 55’61% al que habrá de incrementarse un total de cerca de 400 votos que fueron emitidos fragmentados en siglas y símbolos algunos de los cuales aparentan anecdóticos, simplemente porque quienes iban a votar tomaban cualquier papeleta únicamente preocupados por no elegir a siglas conocidas. La ausencia de diálogo social, de actitud de servicio y de idea clara de municipio, además de un endeudamiento más que manifiesto, va a propiciar seguramente una fragmentación del voto que hará problemática la composición de la próxima corporación municipal y ya no digamos la autonómica.
Mucho habrán de cambiar las cosas para lo contrario y poco el tiempo para siquiera intentar realizar dicho cambio, si es que están dispuesto a efectuarlo, que según estamos viendo, me voy a permitir que, de momento, estén dispuestos a ello.
Julián Sánchez