Las caras de la frontera

LA BITÁCORA DE BRAUDEL /JCPG

Asisto a una conferencia sobre las fronteras en la Facultad de Historia de Valencia. Sala abarrotada de alumnos y gente ajena, a juzgar por la edad. En la tarima, uno de los grandes expertos actuales sobre la cuestión, aportando desde la atalaya extremeña un punto de vista sin duda peculiar del significado plural de las fronteras. Acudo con varios amigos, interesados en un tema que nos toca de lleno. Sobre todo por la condición fronteriza de tantos siglos de nuestra comarca. ¿Una tierra marcada, influida decisivamente por la situación de frontera?

Se inaugura en Madrid una gran exposición sobre la pintura acerca de los indios norteamericanos. A través de la prensa digital es posible contemplar la inmensidad de la belleza del llamado “salvaje” oeste americano. Puntos de vista, sin duda. Los indios habitaban la belleza misma de las estepas, los desiertos y el inmenso cañón del Colorado. Vivían en la belleza. Turner, un escritor norteamericano del XIX, creó el concepto de la frontera del oeste. Una frontera móvil, poblada por gentes llegadas del este, y una frontera que alcanza un impacto decisivo sobre la estructura del Estado y de la Nación: nacimiento de nuevas leyes, refuerzo del sistema democrático, libertad. Aún asociamos la existencia masiva de armas en el país norteamericano a esta condición formativa de una Nación que se enfrentó a los indios, que se internó en la belleza.

La emergencia de las fronteras es un asunto renovado en esta Europa nuestra. Sostenemos una valla por el Sur; recibimos a miles de personas que huyen de la guerra y la miseria en Próximo Oriente, y algunos de nuestro país pretenden elevar una frontera en Cataluña. ¿Cómo lidiamos las fronteras? ¿Las cerramos como se está produciendo en algunos países balcánicos? ¿Las abrimos de par en par? Las fronteras las hemos creado los seres humanos. Cuántos problemas nos han dado a lo largo de la historia, y los que estamos contemplando.

Caras de las fronteras. Migraciones. Enfrentamientos. Intercambios. Este último aspecto es sumamente sugerente. Recuerdo a una profesora que inició su profesión precisamente en nuestra tierra. La conocí ya mayor, y yo bastante joven. Nunca se me olvidará su impresión: una tierra dura, casi hostil, y un atraso considerable. Tenía la sensación de vivir en un límite civilizatorio. Eran los años 70.
En Los Ruices, a 11 de noviembre de 2015