Si leemos crecemos / Rosana Gutierrez Tapia
“No hay verdad más efímera y mentirosa que la que muchas veces nos contamos a nosotros mismos.” Y digo verdad, porque eso es en nuestra cabeza: una verdad enorme y absoluta, aunque en realidad la hemos creado con nuestras creencias, muchas veces limitantes, y sumisas a una programación dictatorial, legado de aquellos que nos rodearon desde pequeños.
Este párrafo tan amarillista surge de la observación diaria de mí misma y mis creencias. Cuesta romper con aquello que grabaron a fuego en nuestro cerebro, cuesta romper con una dinámica social que arrastra con un océano de información negativa, que asusta y paraliza. No quiero, a pesar de este comentario, negar la lógica aplastante de lo sucedido con “el corona;” no puedo, ni debo quitar importancia al dolor de esas familias que han perdido seres queridos en esta pandemia, ni minimizar los sentimientos de impotencia y sufrimiento que sentimos los españoles en estos días de luto.
Un luto que merece todo mi respeto y al que me uno de corazón. Luto silencioso y en la distancia, pero que nos une a todos en el centro de nuestro propio ser, intentando asimilar estos meses y, no dejándonos llevar del desaliento.
En estos momentos de desafío, donde cuesta comenzar de nuevo a confiar en que es posible resurgir juntos como sociedad, donde los trabajos penden de un hilo, y parece que el ocio y la libertad de elegir, se han quedado congelados. En estos momentos, es cuando nos expandimos, es cuando crecemos en una nueva realidad que nos hace grandes y poderosos. Unidos y empoderados, porque esa es nuestra naturaleza, afrontar los desafíos, que nos hacen más resistentes.
Somos fuertes, más fuertes de lo que pensábamos. Ante esta situación, hemos crecido en empatía y en responsabilidad. Hemos crecido en planificar, tal vez un nuevo camino que hemos de crear, porque el que deseábamos recorrer se ha borrado como la nieve cubre todo a su caída…y no deja ver con claridad más allá de nuestras propias huellas.
En esta planificación debemos dejar a un lado tanta influencia exterior de información que nos paraliza, nos emboza los sentidos y no nos deja sentir con claridad. Y digo sentir, no pensar, porque es el corazón el que debe guiar ahora, no las ideas. Es la esperanza la que debe fortalecerse ahora, no las estadísticas que nos aplastan y ponen hierro en nuestras alas, heridas y frágiles. Es la resiliencia la que debe reinar ahora, porque gracias a ella sabemos que podemos salir adelante, suceda lo que suceda, TENEMOS LA CAPACIDAD DE RESURGIR, de soñar un nuevo camino y transitar por él. Para ello, es necesario dejar atrás los miedos y el enfoque en el drama, la queja o las excusas.
Es momento de enfrentarnos a nuestras creencias, a nuestro paradigma vital y hacer discernimiento, cribar lo que no nos deja avanzar, sanar el dolor y eliminar justificaciones. Me gustaría terminar afirmando de nuevo que, no hay verdad más efímera y mentirosa, que aquella que nos contamos a nosotros mismos. No hagamos caso a la mente, que vive asustada, sino al corazón que abre caminos de esperanza. Nuevos paradigmas para nuevos caminos, nuevas creencias para nuevas personas libres y reforzadas, escavando y puliendo su grandeza, su mejor versión. Nuevos sueños para una nueva sociedad que, ante el desafío se crece.
Rosana Gutiérrez