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LOS COMBATIVOS REQUENENSES.//Víctor Manuel Galán Tendero.

Los campos de batalla de la Edad Media no solamente estuvieron dominados por los caballeros, sino también por los ballesteros. Eran capaces de hacer estragos en una fuerza montada y de proteger con éxito una fortaleza, cuyos atacantes se tenían que resignar a hacerla capitular por hambre. Su eficacia era tal que desde el siglo X su importancia no dejó de aumentar en los ejércitos europeos.

A veces, los ballesteros podían ir montados y sus servicios fueron muy solicitados por los reyes. En sus conquistas de tierras andalusíes, los del Norte hispánico los sumaron con gusto a sus huestes, ofreciéndoles a cambio concesiones de bienes y estipendios.

Los ballesteros también se dieron cita en Requena. En 1296, se encontraron entre las fuerzas de Gómez Ferrando (ayo del infante don Juan Manuel) que pasaron por aquí contra el rey de Aragón. No sabemos su procedencia geográfica, pero algunos requenenses eran virtuosos de la ballesta.

Años más tarde, Alfonso XI de Castilla (1312-1350) los movilizó para una de las grandes campañas de su reinado, el asedio y conquista de Algeciras. Empeñado en controlar el estrecho de Gibraltar, revalorizado por la expansión comercial, se enfrentó con los nazaríes granadinos y los benimerines del Magreb. Para rendir la plaza tuvo que cobrar alcabalas y recabar la ayuda de Génova, Portugal y Aragón, con importantes recursos navales.

En Algeciras se acogieron unos 30.000 musulmanes durante un asedio que se inició el 3 de agosto de 1342. Sitiadores y sitiados se dispararon muchos proyectiles, algunos por medios pirobalísticos. Se calcula que Alfonso XI contó con 4.000 ballesteros y peones, como los de Requena, que se encontraron allí con los de Cuenca y Moya.

Derrotadas las fuerzas musulmanas en la batalla del río Palmones, el destino de Algeciras se encontró sellado. Capituló el 26 de marzo de 1344, debido en parte al esfuerzo de los ballesteros de Requena.

Incluso después de la invención de las armas de fuego, los ballesteros conservaron su importancia. Cuando los partidarios de las Comunidades tomaron en 1520 la fortaleza requenense, encontraron ocho ballestas de acero y trescientas de palo. Lanzas, arcabuces y ballestas se emplearon en la hueste municipal del siglo XVI y en fuerzas más particulares, como las que irrumpieron en la dehesa de Fuencaliente en 1565. Algunos ballesteros  lograron escapar de la cárcel municipal en 1581.

El arte de la ballesta se reflejó en los apellidos de Requena. En 1481 Martín Ballesteros, vecino requenense, tomó posesión de Toya y Silanco. A fines del siglo XVI fue regidor de su municipio Alonso Ballesteros. Diego Ballesteros arrendó varias veces la dehesa de Campo Arcís en el primer tercio del XVII. Tal apellido se generalizó en Requena y en el resto de la comarca, conservando el recuerdo de tiempos recios que exigían gran destreza.

ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN.

Real Cancillería, Registro 104 (51r).

Crónica de don Alfonso el Onceno, Madrid, 1787.

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