Requena (04/05/17) LA BITÁCORA / JCPG
Una amiga mía, a partes iguales francesa y española, está aterrada con lo de la Francia. Le aterra una posible victoria de Le Pen. Y lo tiene cerca, porque una parte de su familia es lepenista. Así que sabe de lo que está hablando. Estas presidenciales francesas llevan camino de convertirse en la síntesis de todas las angustias posibles. Los que parecen no enterarse de lo que está pasando son muchos tertulianos y opinadores de este lado de la vertiente pirenaica. De tanto repetir que hay que abatir la pieza del Frente Nacional acaban por no entrar a fondo en las razones del ascenso de la ultraderecha.
!Anda! Si va y resulta que los votantes de la hija del fundador del neofascismo galo son los obreros. El candidato ultraizquierdista ha perdido su humus electoral. Un programa de “En portada” (RTVE) retrató la situación con claridad total: el alcalde de Bêziers, del FN, frente a los refugiados, cara a cara; los obreros franceses (tradicional semillero de votos del PCF), golpeados por la crisis y la deslocalización industrial; una cifra elevadísima de musulmanes…
Foto: El Confidencial. Imágenes como esta, en la que hombres y mujeres musulmanes solicitaban la retirada de la norma que prohíbe el velo en las escuelas francesas, hacen patente el choque cultural-religioso que se vive en Europa. En España, debe recordarse el asunto famoso suscitado sobre la misma cuestión en Valencia y la actitud del Consell, con Mónica Oltra a la cabeza.
Pero hay quien prefiere taparse los ojos. Y los oídos. Y hasta el entendimiento mismo. Está sucediendo; ahí está. No basta que los votantes de ultraizquierda y ultraderecha se equivocaron. Hay que entrar a fondo en las razones. No vale la nostalgia de la Francia progre, la Francia de los valores de la revolución (por cierto, rápidamente traicionados por la misma revolución).
Muchos han hecho mal las cosas, y ahora nos encontramos en estas. Necesitamos a Europa, necesitamos que Francia siga insuflando su aliento a Europa. Sin Europa no sé cómo nos iría en este atribulado mundo del siglo XXI. Auschwitz sigue estando muy cerca, demasiado cerca. El comunismo soviético sigue estando demasiado cerca. Hay que protegerse de estos grandes extremismo que no han traído más que sangre.
El paisaje político se está renovando. Francia lo está haciendo. Nosotros lo afrontaremos aquí, queramos o no, se resistan o no los sectores de nuestra política. Aquí lo llaman casta, u oligarquía; tal da. El cambio tendrá lugar. Personajes nuevos están al caer, porque los supuestamente nuevos que surgieron hace poco están muy chamuscados ya. Los conocemos demasiado y sus ideas no enganchan.
¿El campo vs. la ciudad? ¿Pesimismo vs. optimismo? ¿Qué?
Para terminar, una pregunta: ¿en Francia, en Europa, podrán ser las decisiones del gobierno resueltamente detenidas por un juez de distrito como en Estados Unidos? Me temo que Trump lidera un país donde los contrapesos democráticos funcionan con mayor fluidez que en el Viejo Continente.
En Los Ruices, a 3 de mayo de 2017.