Requena (1105/17) LA BITÁCORA /JCPG
Todo el mundo ha caído en la cuenta. Por lo visto el interior de España se despuebla. La gente elige vivir en las grandes ciudades. Emigran y se van a la periferia. Es un proceso de larga duración: arranca del siglo XVII, cuando menos. Por supuesto, el cambio industrial y la modernización general del último medio siglo lo han impulsado aún más.
Hasta aquí lo que sabemos. Las posibles soluciones las desconocemos. Sobre todo porque desconocemos si sus resultados serán positivos. A mi lo que me interesa es la aldea, nuestras aldeas, que viven un proceso de enflaquecimiento galopante. Acaba de publicar Nacho un artículo, una píldora que aclara bastante las cosas. Nos coloca ante la mismísima realidad: quién está dispuesto a dirigir una alcaldía pedánea. Ser alcalde de Requena o de Utiel tiene infinitamente mayor atractivo y facilidad. Da cierto lustre, especialmente a nivel local. Incluso cuando llegan los líderes de partido uno el alcalde se fotografía junto a ellos, sonriente, pagado de la visita.
¿Qué recibe el pedáneo? En primer lugar, un marrón. Representar a su aldea, intentar que Requena, que Utiel, no se olviden de una poquita gente que aún tienen habitando la aldea. Intentar arrancar recursos, que, de paso, son escasísimos, porque la voracidad ansiosa de las ciudades lo acapara todo.
El estómago de las dos ciudades comarcanas parece inmenso. Su hambre no acaba de saciarse. Los tiempos en que llegaba dinero directamente a las aldeas pasaron hace décadas. Son las élites políticas requenenses y utielanas las que acaparan recursos y los canalizan a sus intereses urbanos. Las aldeas tienen que conformarse con migajas. Este proceso ha sido percibido con claridad del lado de la gente de las aldeas. Tanto relegamiento y ninguneo ha conducido a la aparición de una fuerza política anclada en la aldea: el Partido de Requena y sus Aldeas. No es un hecho casual. Muchos votos aldeanos están dirigidos a este partido, incluso al margen de principios ideológicos. Es la confianza y la intuición de que un organismo nacido en las entrañas aldeanas defenderá mejor los intereses. ¿Acaso se equivocan? ¿Entienden mejor a las aldeas los jerifaltes de la ciudad, la inmensa mayoría sin el más mínimo lazo con una aldea?
Lo he dicho muchas veces. Quienes procedemos de la aldea hemos llevado esta etiqueta con orgullo. Ser de nuestra aldea no ha sido jamás un desdoro. Tanto Requena como Utiel serían unos poblachos de mala muerte si no hubiera sido por sus aldeas. ¿Puede estas dos ciudades ofrecerles algo a sus aldeas? Parte del futuro de la ciudad, de la aldea y la comarca están sintetizado en la respuesta a esta pregunta.
En Los Ruices, a 10 de mayo de 2017.