LA BITÁCORA DE BRAUDEL / JCPG
1 / Los políticos
Los políticos me tienen harto. Las campañas electorales no sirven más que para mostrar el grado de ineptitud y de corrupción dialéctica que son capaces de exhibir. Caen siempre en los mismos latiguillos, las mismas inconcreciones y estupideces. Nos toman el pelo y encima nos lo ponen por la tele a la tres de la tarde y a las nueves? y si para las doce estás despierto, aún te lo clavan de nuevo. Me cansan estos políticos de tomo y lomo, sin imaginación, sin capacidad dialéctica y estúpidos ellos mismos, rodeados de acólitos que se hacen lo estúpidos aplaudiendo ocurrencias.
2 / Esta postmodernidad
La esencia de la postmodernidad se encuentra en que cualquiera se siente autorizado a oponer a cualquier juicio de valor un “¿por qué?” ante el tribunal de su conciencia. Es algo así como un capricho indiscriminado. Las ideologías actuales apenas están sometidas al escrutinio del “por qué”. Cada una de las ideologías distingue de una forma muy arbitraria lo creído de lo no creído. Por ejemplo, en la ideología que actualmente impera entre nosotros, la pregunta “¿Por qué es mala la pena de muerte?” apenas se formula, se debate.
Me viene la cuestión de esa especie de manía casi nacional por liberar a los asesinos en serie y la gente que ha cometido casi (o a lo mejor sin el casi) el genocidio. Samuel Beckett escribió en E sperando a Godot la ansiedad de una humanidad que pasa su vida esperando a un Dios que no hace acto de presencia. Así que, si ya hemos matado a Dios y, por lo tanto, supuestamente hemos dejado de creer en sus mandamientos, ¿por qué es mala la pena de muerte? Quizás la respuesta esté en nuestra repugnancia a la sangre y en el mismo proceso de civilización, parafraseando un interesante libro de Norbert Elías.
3 / Trágala
En la historia quienes siempre se han llevado el agua a su molino no han sido los que han tenido razón, sino los que han creído con firmeza y han armado su fe con coraje, voluntad y tesón. Esta es la gran ley natural y el reverso de toda ley moral. Toda fe en lo trascendente ha servido de motor de la voluntad inmanente.
Más claro agua. Los extremistas islámicos que acaban de actuar en Túnez buscan aislar a los musulmanes occidentalizados, cortar su cordón umbilical con la Europa de la orilla norte. Así los tienen mejor preparados para el trágala. Mejor preparados para la represión inmisericorde de la libertad y la imposición de la sharia, un engendro medieval que pretenden hacer que sirva para regir la sociedad del siglo XXI. Ante esto, poco se puede hacer. El conflicto no es tanto con Occidente como un conflicto entre los mismos musulmanes, entre los partidarios de la interpretación fundamentalista radical y los proclives a la modernización. La sangre correrá durante mucho tiempo. Quien piense que no nos salpicará, está equivocadísimo. Estamos metidos hasta las cejas en esto.
4 / España
Al ver a Pérez Reverte en la entrevista que ese estupendo programa de Página Dos (TVE, La 2) le realizó hace algún tiempo, a propósito de su último libro: Hombres buenos , no puedo hacer otra cosa que ligar pasado y presente. Una manía un poco absurda. Ese pasado de ilustrados con voluntad modernizadora que relata don Arturo parece un poco alejado de las peleas políticas actuales, dirigidas a esconder la corrupción o simplemente a tomar el poder sin un programa muy ilusionante y de futuro. ¿Existe la modernidad española? ¿Sucumbió allá por 1800?
Cosas mías.
En Los Ruices, a 19 de marzo de 2015.