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Requena (17/07/17). LOS COMBATIVOS REQUENENSES/Víctor Manuel Galán Tendero.

La Guerra Civil de 1936 a 1939 fue un terrible revés para España. La vida de sus gentes se vio profundamente afectada, para mal. Ambos contendientes se emplearon a fondo para ganarla en batallas tan penosas como las del Ebro, librada entre julio y noviembre de 1938.

La vida en la retaguardia tampoco fue precisamente fácil. En el campo republicano se tuvieron que lamentar las controversias políticas, las carencias de abastecimiento y los crecientes bombardeos. La llegada de refugiados que escapaban del frente de guerra a puntos como Requena agravaron los problemas cotidianos.

En estas circunstancias, dar de comer, ayudar a un huido o impartir clases se convertía en un verdadero milagro, que quizá sea lo mejor que pudo hacerse en tan deplorable periodo de nuestra Historia. Al Instituto número 1 de Requena, inaugurado en 1928, le corresponde el honor de haber abierto sus aulas a los jóvenes entonces.

El Instituto se alojaba en el edificio del Carmen, junto a las Casas Consistoriales, lo que a veces dio pie a problemas por falta de espacio. Pese a todo, el Consejo Municipal consideró siempre una verdadera conquista social para Requena el Instituto.

El Ministerio de Instrucción Pública de la República, radicado en 1938 en Barcelona, atendió al pago de los salarios de los profesores, desde los catedráticos a los interinos. Los docentes tuvieron que atender las ausencias de los compañeros llamados a filas, a veces con una sobrecarga de trabajo más que evidente.

No todos los alumnos, antes de la Guerra, pudieron satisfacer los derechos de matrícula, por lo que se emprendió una política de becas favorable a los estudiantes capaces de procedencia humilde. Durante la Guerra se mantuvieron y se adaptaron a las condiciones familiares de cada beneficiario, sin perder un ápice de rigor en el cumplimiento de deberes como el de la asistencia a las clases. Se intentó por todos los medios que los problemas de la evacuación no originaran absentismo ni desaprovechamiento académico. En octubre de 1938 se estableció con no pocas dificultades una residencia para estudiantes pobres y becarios en el Centro.

Se dotó de material didáctico al Instituto, a despecho de las fuertes e inevitables urgencias bélicas. En septiembre de 1938 se mandaron hacia aquí ochenta ejemplares mineralógicos desde el Museo Nacional de Ciencias Naturales. La preocupación de María Moliner por los libros y la Biblioteca asociada al Centro fue proverbial.

El mantenimiento eléctrico y la provisión de leña, carne y aceite se convirtieron en severas obligaciones, que se fueron solucionando con una gran dosis de esfuerzo.

Los que impartieron clases y estudiaron en el Instituto requenense durante la Guerra Civil albergaron a su manera el sueño de una España mejor. Muchos se vieron inmersos en una pesadilla, pero al menos la docencia y el estudio les proporcionó algo cercano a la felicidad, la de un Instituto que quiso edificar una sociedad más justa y culta.

Fuentes.

                ARCHIVO HISTÓRICO DEL IES UNO DE REQUENA. Carpeta de entradas y salidas de la Guerra.

El moderno edificio del IES UNO de Requena, antes alojado en El Carmen. A su modo fue el cumplimiento de una aspiración de 1928.

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