jueves, 12 mayo
Fuente lavanguardia.com / EFE, Madrid/Valencia
La nuclear de Cofrentes será la central atómica española que más residuos radiactivos de baja y media actividad generará hasta el final de su vida útil, con 3.316 metros cúbicos, por detrás de Almaraz (2.062), Ascó (1.948), Vandellós II (1.061), Garoña (939) y Trillo (907).
España estima que deberá gestionar unos 188.000 metros cúbicos de residuos radiactivos y combustible gastado generado hasta 2024, año en el que caduca la última de las licencias de explotación de una central atómica (la de Trillo, Guadalajara). La cifra es equiparable a 75 piscinas olímpicas (de 2.500 metros cúbicos de capacidad cada una) y se ha calculado sobre el siguiente escenario: un parque nuclear de ocho reactores (incluida Garoña, en parada desde diciembre de 2012) a un ritmo de funcionamiento similar al actual y una vida útil de 40 años para cada uno de ellos.
La estimación viene reflejada en el primer informe nacional remitido por España a la Unión Europea sobre la gestión responsable y segura del combustible nuclear gastado y residuos radiactivos (en cumplimiento de la directiva sobre la materia), proporcionado a Efe por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). El documento advierte de que actualmente se está revisando la metodología para el cálculo de estas cuantías, “considerando las incertidumbres asociadas”, y se prevé finalizar el ejercicio en junio de 2016.
El CSN está evaluando actualmente la petición de renovación de licencia de explotación de Garoña, en parada por voluntad de sus propietarios (Nuclenor, participada por Endesa e Iberdola). A finales de 2014, el total de residuos radiactivos generados sumaban 57.300 metros cúbicos, según el documento enviado a la Comisión Europea, en cuya redacción han participado el CSN, la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (ENRESA), los titulares de las nucleares y el Ministerio de Industria, Energía y Turismo. La mayor parte de estos desechos, el 70%, corresponden a los de baja y media actividad.
En España, los materiales radiactivos se clasifican en: residuos de muy baja actividad, de baja y media actividad (ambos son almacenados en el centro de El Cabril, Córdoba), especiales y de alta actividad. Además de las plantas atómicas, el ámbito industrial, médico y de investigación contribuyen a generar desechos radiactivos, pero en mucha menor magnitud.
El combustible nuclear gastado (salvo el de la planta de Vandellós I, clausurada en 1989 por un grave accidente) se guarda actualmente en las piscinas de los reactores y en los almacenes temporales individualizados (ATI) de Trillo, José Cabrera (en desmantelamiento) y Ascó. Para sortear el futuro problema de capacidad de las piscinas, a principios de 2018 se prevé la puesta en marcha del Almacén Temporal Centralizado de residuos de alta actividad (ATC) de Villar de Cañas (Cuenca) y “a mediados de 2017” operará un Almacén de Espera de Contenedores (AEC), subraya el informe. España dispone de la infraestructura “necesaria” para la gestión segura del combustible gastado y de los residuos radiactivos, desde el punto de vista institucional, administrativo, técnico y económico-financiero.
En resumen, la cantidad estimada de residuos de baja y media actividad hasta el final de la vida útil de las plantas atómicas se elevan a 188.000 metros cúbicos, de los que el 54 % serán de muy baja actividad. Las mayores previsiones de generación de residuos radiactivos de baja y media actividad corresponden a Cofrentes, con 3.316 metros cúbicos; Almaraz (Cáceres), con 2.062 metros cúbicos; Ascó, 1.948; Vandellós II (1.061); Garoña (939) y Trillo (907 metros cúbicos). A ello hay que sumar un capítulo aún mucho mayor: los desechos derivados del futuro desmantelamiento de las seis plantas, que en total rozarán los 128.000 metros cúbicos, siempre según el escenario previsto hasta la fecha.
Por otro lado, el inventario de combustible gastado refleja que el total a gestionar en el futuro ascenderá a 19.740 elementos de combustible. En la categoría de residuos de alta actividad se incluyen básicamente los residuos procedentes del reprocesado del combustible de Vandellós I en Francia, que retornarán en breve a España. De acuerdo con el principio de “Quien contamina paga”, el 99% de los ingresos que alimentan el Fondo de Enresa para la gestión de los residuos proceden de las tasas que pagan los titulares de las centrales u otras instalaciones nucleares o por los generadores de residuos radiactivos fuera del ciclo del combustible nuclear.