lunes, 14 marzo
Requena ( 14/03/22) Mónica Navarro
PREESTRENO DE LIMBOS, POR ARRABAL TEATRO .
El sábado de 26 de marzo Arrabal Teatro estrenará en el Teatro Principal de Requena Limbos, del autor Rafael Fabregat y dirigida por José Luis Prieto. En el preestreno de ayer ya pudimos disfrutar de esta obra, ganadora del XVI Certamen Internacional de Teatro Breve “Ciudad de Requena”.
Difícil en cuanto a temática y muy complicada emocionalmente, la representación, con un gran trabajo de actores y de dirección, supone la lucha de unos padres cuya hija, joven y prometedora pianista, está en coma, y que, dado que el médico, personaje peculiar y fantásticamente interpretado por Luis Javier Roldán, no les sirve de gran ayuda, deciden contratar a una médium para resolver el conflicto que ambos tienen: la madre, personaje que encarna Julia Giménez, con el dolor continuamente contenido y que casi no se permite gritarlo con aspavientos, quiere dejarla vivir a toda costa; Arturo Domingo, en el papel de padre, por su parte, no entiende la prolongación artificial de la vida de su hija y su personaje se tambalea y evoluciona entre ese sentido práctico y el más puro egoísmo.
Como contrapunto, se agradece el aire fresco y desenfadado que aporta Tania Viana al personaje de enfermera, que se permite soñar y cantar ante tal situación; y de la médium, una suerte de Whoopi Goldberg llevada genialmente a su terreno por Elena Expósito, resuelta y graciosa, que se mueve entre la “profesionalidad” y la sorpresa.
Los actores juegan con habilidad y consiguen equilibrar y contener las emociones primarias que le pueden suscitar al espectador ante tal situación, como la pena, la rabia y la culpa, entretejiendo la trama con dosis de mentira, cinismo y un sutil sentido del humor que dejan ver que la debilidad, la miseria y la flaqueza del ser humano en situaciones complicadas, lejos de sacar lo mejor de cada uno, potencia lo peor.
Es una obra dura, aunque emocional y sensorialmente contenida, que no busca provocar la lágrima fácil, por lo que, en la reflexión final, el espectador siente que esa contención duele más que el desahogo del llanto y de la desesperación.
Mónica Navarro