28/03/2015.
El sábado por la tarde me acerqué al atardecer a la balsa de El Pontón y por primera vez este año no me defraudó la variedad de especies que pude observar. Estamos en pleno paso migratorio, todas las especies que se han refugiado de los fríos en el sur ahora se afanan en volver a ocupar sus territorios de cría en el norte, hay que añadir que las últimas lluvias han servido para aumentar el caudal embalsado lo que consigue que más especies utilicen este rincón como lugar de parada obligatorio en la ruta por el interior que tiene muy pocos humedales apropiados para proporcionar descanso y alimento a las aves acuáticas.
Nada más desplegar el catalejo con el sol de espaldas me di cuenta de la variedad de anátidas presentes, había una pareja de pato colorado (Netta rufina), 3 parejas de cuchara común (Anas clypeata) y los habituales residentes todo el año ánade real o azulón (Anas platyrhynchos) de los que conté 25 ejemplares.
Del zampullín común antes llamado zampullín chico (Tachybaptus ruficollis), otra especie habitual que está presente todo el año, resaltaban los plumajes nupciales
mucho más vivos y coloridos. Pero lo que me sorprendió fue el gran número de cerceta carretona (Anas querquedula). Este pequeño pato solo lo hemos detectado en bajo número en algunos pasos migratorios y preferentemente solo machos que son los primeros en querer llegar a sus zonas de reproducción para tomas posesión de los mejores territorios. Esa tarde tenía delante 23 ejemplares, de los que 15 eran machos y 8 hembras. Algunas parejas se notaban claramente establecidas por que siempre nadaban juntos, el resto de machos cortejaba a un par de hembras que todavía no habían elegido consorte. Los machos perseguían de cerca a las hembras solteras, estiraban y encogían el cuello continuamente sin dejar de emitir suave ronquido, por este sonido se les llama en valenciano “roncadell”.
Otras especies presente eran una garza real (Ardea cinerea), las primeras cigüeñuela común (Himantopus himantopus) que observo esta temporada y los chorlitejo chico (Charadrius dubius) que ya están aquí desde el 19 de marzo, ambas especies son estivales y reproductoras aquí. También había andarríos grande (Tringa ochropus), lavandera blanca (Motacilla alba) y una garceta común (Egretta garzetta).
Me afanaba en volver a contar los patos para asegurarme de su número cuando llegó como un proyectil una gaviota patiamarilla (Larus michahellis), por su plumaje era un ave nacida el año pasado, un 2º año primavera. Pasó muy cerca de un grupo de zampullines que la esquivaron en el último momento sumergiéndose. Tras fallar el ataque, ganó altura y eligió como segundo objetivo a un grupo de cercetas carretonas, estas como defensa levantaron el vuelo para volver a amerizar unos metros más adelante. El jovenzuelo de gaviota aparentó precipitación seguramente espoleado por el hambre y la inexperiencia, volvió a intentar atacar a las carretonas un par de veces más sin éxito y desistió marchándose dirección sur.
La tranquilidad volvió a reinar y el sol estaba rallando el horizonte por lo que me acerque a un enorme charco donde cantaban una multitud de sapo corredor (Epidalea calamita) con la intención de ver si ya tenían las puestas, de camino levanté un conejo europeo (Oryctolagus cuniculus), una cogujada común (Galerida cristata) y dos estornino negro (Sturnus unicolor) del campo
de cereal, pero lo sorprendente llegó con las últimas luces, tres grullas (Grus grus) vinieron a pasar la noche a esta fonda natural, a la mañana siguiente seguirían su viaje al norte de Europa, ¡buena suerte y que los humanos os respeten!
Texto y fotos de Rafa Muñoz, marzo de 2015.