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Resumen del programa nº 130 de “En este lugar…” (30-1-2018): “El perdón. Hacer las paces con uno mismo y con los demás”, con María Prieto Brizuela, psicóloga.

Hace muchos años que los profesionales de la psicología estudian el efecto del perdón como base para una terapia que ayude a las personas a liberarse de traumas del pasado. El perdón no se entiende en este caso como una obligación de origen religioso, de carácter dogmático, ni como una valoración frente al discurrir de la justicia ordinaria, de carácter objetivo y jurídico, sino como un proceso personal y subjetivo en el que el individuo afectado por un agravio consigue superar o asumir los daños que ha recibido para que ello no le afecte en su vida futura. Todo ello independientemente del tratamiento penal o moral que reciba el acto realizado, pues de lo que habla el perdón en sentido psicológico no es de perdonar o justificar el hecho, sino de entender cuanto menos a la persona que lo ha realizado y en todo caso de superar la reproducción de la sensación de daño que la víctima revive al recordar esos hechos. Sin duda hay cosas que son imperdonables y actos que son injustificables, pero hay que centrarse en que los efectos terapéuticos del perdón no recaen sobre la persona que realiza el acto sino sobre la que recibe el daño.

La psicóloga requenense María Prieto Brizuela, especializada en ayudar a las personas a mejorar su percepción de la vida y tomar consciencia del momento presente de una manera saludable y constructiva, retoma en un nuevo curso Aula Abierta el tema del perdón, en el que ya lleva muchos años investigando y realizando talleres y consultas. Aunque es un tema de interés de los psicólogos a nivel mundial desde hace décadas, ha sido a partir de estos últimos veinte años, con la sucesión de grandes atentados terroristas en los países occidentales, que se ha generado la necesidad de desarrollar un protocolo de atención psicológica a las víctimas. Esta percepción clínica y subjetiva del perdón no excluye la orientación religiosa que muchas personas le dan a este concepto, pues en el fondo el perdón en sentido religioso también tiene una parte de liberación personal más allá de la doctrina. Para ilustrar esta cuestión analizamos el perdón otorgado por el papa Juan Pablo II al terrorista Alí Agca, que atentó contra su vida causándole graves heridas, y del cual se hizo una plena difusión mediática. Según María Prieto, la acción del Juan Pablo II al reunirse en la cárcel y darle el perdón a la persona que intentó matarlo y que sin duda cambió su vida, pues eso aceleró su decadencia física, representó no sólo un ejemplo para la comunidad cristiana sino para todo el mundo, pues ese perdón fue sincero y personal, como una aproximación empática a un ser humano con el que inicialmente existía un abismo de separación.

Otro análisis que hace la psicóloga María Prieto sobre el tema del perdón, son las consecuencias que el negarse a enfrentar este reto, tiene sobre muchas personas que se sienten agraviadas por alguien. Con ello se generan personalidades rígidas definidas por el victimismo y la falta de aceptación de responsabilidades sobre las cosas negativas que les sucedan. Un recurso habitual de la persona victimista es la de echar las culpas a los demás y mantenerse en una zona de confort donde sólo considera recibir agasajos de los demás, pues él es una víctima y no tiene por qué ponerse en el lugar de la persona que le ha infligido un daño, sea real o imaginario. Esto supone una mala actitud personal no sólo por la falta de flexibilidad que adopta la personalidad de la persona “víctima” sino por el efecto de asimilación que causa sobre otras personas próximas (especialmente con los hijos) que tenderán a imitar estos modelos mentales. La consecuencia final es que una persona dejará de mirar el momento presente para vivir de recuerdos y construcciones imaginarias del pasado.

Las palabras de María Prieto Brizuela nos llenan como siempre de esperanza ante la visión de que es posible plantearse la vida de otra manera y vivir feliz y de manera creativa a pesar de las circunstancias negativas que nos haya tocado vivir en algún momento.

Para la sintonía de este programa María nos recomendó poner la música de la película “La Misión”, en la escena en la que el antiguo mercenario asesino de indios es liberado por ellos mismos del peso que arrastraba a sus espaldas. Esto puede servir de metáfora para interpretar el sentido del perdón, pues llevar sobre nuestras espaldas la mochila de los hechos del pasado, realizados por otros o por nosotros mismos, no nos ayuda a mirar hacia el futuro y poder cambiar de vida. El perdón, por tanto, nos hace libres.

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