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Requena (14/12/25)- Artículo de Nacho Latorre Zacarés (Centro de Estudios Requenenses)

En los confines de nuestro antiguo alfoz comarcano permanecen viejas señales que delimitaban nuestro territorio. Marcar la raya de Requena, y después la de Utiel tras su segregación en 1355, era amojonar la raya de Castilla a la que pertenecíamos frente al Reino de Valencia y Corona de Aragón. Separaba realidades administrativas y religiosas diferentes, pues al otro lado de la frontera casi todos eran moriscos. Ahí quedan en la toponimia el «Mojón de Aragón» o «Mojón del Reino», ahora desaparecidos.

Los amojonamientos precisos no comenzaron hasta que fueron necesarios por el crecimiento poblacional del siglo XIII, las roturaciones y los problemas en los pastos fronterizos.

Eran muy variados los hitos que se utilizaban para el amojonamiento. En algunos lindes, eran los propios límites orográficos e hidrográficos. En Requena, el Cabriel constituía más de ochenta kilómetros de frontera. Entre Requena y Utiel era la rambla de Estenas. Otras veces eran peñas grandes y tormos como la agreste Peña María que era el mojón de la frontera castellano-valenciana en la Sierra del Tejo.

Pero lo general era componer mojones con piedra, a veces seca y a veces con cal y canto. En ocasiones, se reconocían antiguos hitos derribados porque debajo de las piedras se ponía previsoramente una capa de carbón, cal o ceniza que servía de testigo.

Los perecederos elementos vegetales podían utilizarse de mojón. En 1428, el mojón de reinos entre Cofrentes y Cortes de Pallás con Requena era una carrasca en la que se grabó una cruz. Entre Requena y Mira se señaló un simple tocón de una carrasca con unas cruces como mojonera. En 1460 los reinos de Castilla y Valencia en Cortes de Pallás lindaban en una insignificante mata de madroño. Entre Requena y Utiel dejaron en un paraje de mojón dos rebollos o robles. En 1515, entre Moya y Requena la linde era un pino rodeno con una cruz hecha con puñal.

El recurso a la cruz era muy socorrido y muchas veces se labraban sobre la piedra con azadas o picos. El mojón más disputado entre Castilla y Valencia fue el Mojón de las Cruces que el valenciano Vizcondado de Chelva pretendía suyo y que Utiel defendía como de separación con Requena. En 1432, el señor de Buñol, erigió una gran cruz de piedra gótica en la propia “raya” de Valencia.

A veces se labraban en los mojones las armas reales lo cual solía hacerse en los más importantes de la frontera entre reinos como en la Hoya Algarra o en el barranco del Abacho en Requena.

Anualmente se realizaba la «vuelta de los mojones» que realizaban los caballeros de la nómina o de sierra y cuando un corregidor tomaba posesión de su cargo debía hacer la visita a la frontera y mojones.

Las violencias de la raya.

Sin conflicto no existe la frontera según Balibar. La zona fronteriza entre Siete Aguas (Reino de Valencia) y Requena fue muy conflictiva y en la toponimia queda como recuerdo el paraje de «La Contienda» por los continuos enfrentamientos. Además, era el lugar que se utilizaba en Requena para desafiarse por causas de honor. En la raya se asesinó al corregidor requenense Amusco en 1543. También los moriscos valencianos aprovechaban todo el área fronteriza con Requena para realizar asaltos, hurtos y toma de cautivos.

Otras veces, la violencia era causada por la propia raya, cuando los colindantes no estaban de acuerdo con su delimitación. Uno de los hechos más graves ocurrió en 1543 cuando se entabló una doble querella criminal entre Requena y Mira con una revuelta violenta de los vecinos de Mira que hizo huir a Camporrobles a requenenses en peligro de muerte y que Requena contestó juntando 40 personas a caballo y más de 200 hombres a pie con ballestas y arcabuces junto con casi un millar de moriscos de Buñol a caballo.

Tormentosa fue la relación entre Utiel (Castilla) y el Vizcondado de Chelva (Valencia) por la fijación de la raya. Desde 1401 hasta la resolución del conflicto en 1568, se sucedieron capturas de ganado, apresamiento de pastores, muertes y derribos de mojones.

Y ahí siguen las viejas marcas de la frontera, vetustas piedras apiladas o cruces labradas con picos y azadas sobre rocas berroqueñas o paredes de barrancos, que ya no señalan los límites entre reinos hispánicos como lo hicieron durante siglos, pero que en muchos casos siguen indicando los confines de términos municipales, de provincias e incluso de comunidades autónomas. Protejámoslas como patrimonio histórico que son y que aún siguen realizando su papel.

Pies de fotos:

  1. Casi incólume permanece el conflictivo Mojón de las Tres Cruces objeto de un largo pleito entre el Vizcondado de Chelva y Utiel entre 1401 y 1568. Ahora deslinda Requena y Utiel.
  2. Un mojón vegetal que pervive es la carrasca de Marco Pedrón que ya en 1546 deslindaba las tierras de Siete Aguas (Valencia) y Requena (Castilla).
  3. Aún persiste la cruz que labraron en 1428 en una roca del barranco de la Pampanera los moriscos de Buñol y de Cortes de Pallás para deslindar sus territorios. Al llegar al linde con Requena hicieron una cruz en una carrasca.
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