domingo, 5 abril
Aquí tienes unas sencillas pautas para no solo sobrevivir, sino para poder aprovechar de la mejor manera este momento tan extraordinario que vivimos.
Requena (05/04/20) Europa Press
¿Cómo mejorar la convivencia familiar?
Ante el estado de alarma decretado por la crisis del coronavirus, las familias se ven obligadas a pasar más tiempo juntas en casa. Aquí tienes unas sencillas pautas para no solo sobrevivir, sino para poder aprovechar de la mejor manera este momento tan extraordinario que vivimos:
1) Planificación conjunta de la programación semanal. Es esencial elaborar la organización haciendo partícipes los niños, lo que ayudará a que se involucren y comprometan con su cumplimiento, haciéndoles sentir también que tienen un cierto control sobre lo que viven en su día a día. Resulta aconsejable que se vaya programando en periodos cortos de tiempo, de manera flexible, que atienda y se ajuste lo máximo posible a su situación emocional.
Determinar en familia el tiempo y horario que se elija para atender las tareas, tanto las laborales de los adultos como las académicas de los más pequeños. Elegir qué película ver juntos, el juego de mesa al que podamos todos participar, o decidir conjuntamente los familiares a los que llamar por videoconferencia.
2) Variedad de actividades y tareas. Además dedicar tiempo tanto al ocio como a lo académico, es conveniente fomentar colaboración en las tareas domésticas (adaptando los quehaceres a cada edad). Podemos plantearlo como algo novedoso y lúdico no solo desde exigencia y sentido de obligación. Aunque en ocasiones nos resulte contra-intuitivo, es también esencial, dejar tiempo libre para que se aburran lo que les permitirá dejar volar su imaginación y creatividad para proponer cosas nuevas.
3) Importancia del espacio propio (sobre todo en los más mayores). En estos momentos de confinamiento forzoso, es extremadamente importante preservar la parcela individual de cada persona en la casa. Igual que los adultos necesitamos ‘ese momento’ de desconexión, los niños y especialmente, los adolescentes, también necesitan sus espacios individuales, fundamentales para respirar, reflexionar, ensimismarse o lo que necesiten, es decir que sientan respetada su autonomía.
4) Realizar un menú semanal conjunto, pudiéndose proponer como juego, por ejemplo. Proponiendo categorías de alimentos que se puedan combinar como los carbohidratos, verduras, frutas/postres y proteínas. Podríamos crear tarjetas con alimentos, y que un día a la semana sean combinen los alimentos de cada grupo ¡A ver qué sale!
5) Juegos clásicos sin material: juego de las sillas, STOP, origami/papiroflexia, «veo-veo», escondite inglés, búsqueda del tesoro casera, reutilizar las cajas de cartón que tengáis, etc. Los más mayores pueden inventarse un Scape-room con acertijos, y cajas con contraseñas.
6) Imprimir y pintar mandalas o plantillas de dibujos que les puedan llamar la atención.
7) Los más pequeños pueden puedan dibujar o escribir cuentos, que reflejen cómo se sienten, aquello que les pueda preocupar, lo que echan de menos, lo que están disfrutando etc. Los mayores pueden incluso crear un Diario emocional de la experiencia, en el que escriban o dibujen cómo están, o que apunten su mejor y peor momento del día.
8) Realizar actividades físicas, como yoga o tablas de ejercicios diseñadas para niños. Dejarles que ellos propongan y que sea de forma lúdica (por ejemplo, bailando, con karaoke haciendo coreografías, etc)
9) Controlar el tiempo invertido delante de las pantallas y videojuegos. Proporcionarles un listado de películas, series, libros, etc.
10) Facilitar que puedan comunicarse (aparte de con los familiares) con sus amigos y compañeros. Elegir un momento al día en el que socializar, pues al igual que lo necesitan los adultos, es recomendable que propiciemos que puedan estar en contacto y compartiendo como se sienten con el resto de amigos (en su misma situación).
11) Normalizar que puedan aparecer dificultades para irse a dormir, pesadillas, aumento o pérdida del apetito o que estén más irritables. Acogerles en su dificultad, abrazándoles, emocional y físicamente. El miedo o sufrimiento se expresa a través de su comportamiento y las sensaciones corporales. Con sensibilidad y respeto, atender su dimensión corporal puede ser una herramienta muy eficaz para su contención emocional.
12) Dejar mucho espacio para las preguntas, e intentar mantener una actitud tranquilizante. Dejar que hablen de sus sentimientos y emociones, también aquellas que les resultan desagradables o dolorosas. Que perciban nuestra presencia y disponibilidad en esos momentos, acogiendo su expresión emocional. Ser honestos si no sabemos responder, y tranquilizarles explicándoles que nosotros estaremos con ellos.
Y recuerda: no hay una llave mágica ni una pauta infalible para estos momentos. Como seres humanos, lo hacemos lo mejor que podemos. No aspiremos a ser perfectos, sino suficientemente buenos. Seamos también amables con nuestra propia dificultad si perdemos los nervios, nos sentimos desbordados o necesitamos retirarnos.
El objetivo no es no cometer errores, sino reconocer que nos equivocamos y reparar. Pedirles disculpas y explicarles que también nosotros nos sentimos nerviosos o irritados en ocasiones, pero que tenemos la seguridad de que juntos, como equipo, lo superaremos. Esto resulta doblemente positivo, pues hacemos de modelo para cuando a ellos les suceda lo mismo. Aprenderán a reconocer, auto-regularse y reparar aquellas situaciones que no hayan podido manejar.
Mónica Martín – Psicóloga Psicoterapeuta
María Olaya – Psicóloga Psicoterapeuta
Manuel Paz – Médico Psicoterapeuta
IPSIMED – INTEGRACIÓN PSICOMÉDICA